Complicidad

Hoy (15 marzo 2019) amanecí ante un aluvión de noticias y comentarios sobre una horrenda masacre perpetrada en Christchurch, Nueva Zelandia, contra dos mezquitas.* Quiero invitarte a que tomes un momento para absorber el asunto: se trata de gente que tranquilamente fue a su lugar de recogimiento espiritual, en búsqueda de Dios. Al momento de escribir esto, se han reportado 49 muertes (y al menos 48 heridos)...
Brenton Tarrant grabó un video en sus redes sociales perpetrando el ataque

Si eres cristiano(a), imagina que se trata de tu congregación un domingo en la mañana: tu, tu familia, tus hermanas y hermanos en la fe, se han reunido para estar en comunión con Dios y lo que encuentran es una muerte violenta y angustiosa. ¿Qué te parece si la noticia, en lugar de reportarse en relación a dos mezquitas en otro país, se tratase de dos iglesias aquí en Miami? Terrible, cruel, inhumano, indignante, ¿no es así?

Personalmente esto me produce gran consternación. No es un secreto que, al igual que mi denominación, Iglesia Presbiteriana (EUA), soy promotor de las buenas relaciones interreligiosas. Me interesa continuamente la creación de puentes de hermandad entre personas de diferentes religiones y credos. La interreligiosidad ha sido una fuente de bendición y maduración en mi fe. Tampoco es un secreto que tengo seres muy amados en mi familia que profesan el Islam, lo que me ha permitido acercarme a hermanas y hermanos de una fe que en otros tiempos me resultaba desconocida.

Hasta el momento los reportes evidencian que el principal ejecutor de los asesinatos profesaba una ideología anti-inmigrante y de supremacía blanca. No es cuestión de rumores o interpretación: el individuo había publicado un manifiesto de 74 páginas donde esbozaba su sentir, y para completar, grabó/transmitió parte de su horrendo ataque en vivo por la red social Facebook.

Ahora quiero invitarte a que consideres algo más: quizás tú eres cómplice de este espantoso crimen. ¿Leíste bien? “Quizás tú eres cómplice de este espantoso crimen.”  Tal vez estés pensando que exagero al plantear esta idea. Pero antes de que vayas a reciclar la colección de adjetivos que en años recientes gratuitamente se me han aplicado,** quiero que remitirte a unas palabras pronunciadas por nuestro Señor Jesucristo, contenidas en “el sermón del monte”:
«Ustedes han oído que a sus antepasados se les dijo: “No mates, pues el que mate será condenado.” Pero yo les digo que cualquiera que se enoje con su hermano, será condenado. Al que insulte a su hermano, lo juzgará la Junta Suprema; y el que injurie gravemente a su hermano, se hará merecedor del fuego del infierno.» (Mateo 5.21-28 DHH)
La implicación de la enseñanza del divino Maestro es seria y profunda. Quizás no seamos asesinos en el sentido literal, físico. Quizás jamás hayamos tenido un arma de ningún tipo en nuestras manos para atacar a otra persona. Pero la semilla de la muerte y de la violencia, no comienza con una ametralladora o un puñal, sino que comienza con un sentimiento interior.

Ahora, vuelve a considerar el enunciado: quizás tú eres cómplice de este espantoso crimen. Cada vez que compartes un chiste humillando a “esos musulmanes”... Cada vez que circulas uno de tantos emails en cadena fomentando el miedo y las mentiras de que la gente que profesa el Islam quiere conquistar el país y “acabar con los cristianos”... Cada vez que envías propaganda islamofóbica, xenofóbica y racista a todos tus contactos… Cada vez que compartes a otros uno de esos "tweets" colmados de autoritarismo y demagogia... te haces cómplice de crímenes de odio perpetrados por quienes profesan el discurso de la supremacía blanca.

Y si estás considerando re-plantear el trillado argumento de que “los musulmanes cometen la mayoría de los ataques terroristas”, quiero alentarte a que contemples esto:

  • Mezquitas en Christchurch
  • Sinagoga Tree of Life
  • Iglesia Mother Emanuel
  • Templo Sikh Oak Creek
  • Centro Judío Overland Park
  • Centro Islámico de la Ciudad de Quebec
  • Sinagoga Judía Ortodoxa en Poway, California 

Todas dichas masacres, que forman parte de la historia reciente, han sido perpetradas por gente que adopta y profesa la ideología de la supremacía blanca que, en muchas ocasiones se hace identificar con la cristiandad.

No seamos partícipes del constante sembrado de odio y desprecio hacia el prójimo. No seamos cómplices del terror.  Rompamos la cadena de violencia y hostilidad. Tomemos en serio las palabras de nuestro Señor Jesucristo. Sigamos su ejemplo y abracemos el camino del amor, la justicia y la esperanza. Ser discípulas y discípulos de Jesucristo implica convicción y compromiso con una vida distinta, el evangelio, la vivencia del reino de Dios. Seamos caracterizados por la edificación de una cultura de paz, tolerancia, gentileza, reconciliación y solidaridad.

Oremos en solidaridad con tantas familias en duelo. Oremos por las comunidades afectadas por la intolerancia y persecución religiosa. Oremos, como nos enseñó Jesús, "Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra..."

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*Una mezquita es el lugar de adoración en el Islam, así como lo es la sinagoga para el judaísmo, y el templo/iglesia para el cristianismo.
**He sido calificado como “comunista”, “socialista”, promotor “de los terroristas”, “pastor del diablo”, “liberal”, “izquierdista”, etc. Claro está, ni acepto, ni recibo, ni me identifico, ni adopto como propios los insultos. Esos se los pueden quedar quienes los pronuncian.

(Actualizado en 5/11/2019)

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