Ni encerrado, ni detenido, ni domesticado
La resurrección de Jesús implica que el Señor no puede ser encerrado, detenido ni domesticado a nuestro antojo... Al comienzo del evangelio según Mateo observamos una alianza entre los poderes políticos (el rey Herodes) y religiosos (los sacerdotes y los escribas) para eliminar al niño recién nacido (Mateo, cap. 2). El final de la obra nos muestra una nueva conspiración religioso-política (Mateo 27.62-66) para mantener la tumba del Señor cerrada. Pues, para que quede claro a quién le pertenece el poder y el imperio, cuenta el relato bíblico que en presencia de los guardias un ángel removió la piedra y se le sentó encima . Los propósitos de Dios en la historia se van a cumplir gústenos o no. El Señor no pudo ser contenido, limitado, encerrado... ni antes ni ahora. Los guardianes contratados por los religiosos para mantener encerrado al que había estado muerto, fueron los mismos que de miedo «se pusieron a temblar y quedaron como muertos» (28.4) al ver la piedra removida. En e