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Mostrando entradas de marzo, 2014

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Filipenses 4.1-7  La carta de Pablo a los Filipenses es una carta muy querida y apreciada por la cristiandad.  Es allí donde encontramos el hermoso himno que detalla la humillación y exaltación de Cristo Jesús (2.5-11).  Es esa la carta que es conocida por muchos como la carta del gozo o de la alegría, por la forma en que el apóstol manifiesta haber aprendido a contentarse en medio de cualquier circunstancia, pues «todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (4.11-13).  En ese mismo capítulo (4), entre un llamado a la constancia y un llamado al regocijo y la confianza en Dios, se encuentra un llamado muy particular: «Ruego a Evodia y Síntique, que se pongan de acuerdo en el Señor» (4.2).  Dos personas de la comunidad de Filipos, se encuentran en desacuerdo, y el apóstol está consciente de la seriedad de la situación.  Tomando en consideración el lugar de este llamado en la carta, y tomando en consideración el contexto eclesial que la misma presupone, quiero compartir varios plant

Hipocresía cristianoide

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(Este es un extracto del Sermón que prediqué con motivo del Miércoles de Cenizas, 5 de marzo de 2014, en la Primera Iglesia Presbiteriana Hispana en Miami FL. Mateo 6.1-6, 16-21 . El audio del sermón completo se puede acceder pulsando este enlace .) «...no seas como los hipócritas...»  (Mateo 6.5) Durante los pasada década se ha estado investigando y escribiendo muchísimo sobre el fenómeno religioso en nuestra sociedad.  Parte de lo evidenciado en las numerosas encuestas y estudios es que la cantidad de personas que en esta nación declinan identificarse con alguna expresión religiosa organizada va en aumento exponencial.  Les llaman los “nones” (en Inglés), los “ningunos” (en Español).  No significa que estas personas no sean religiosas, sino que no se consideran como parte de alguna tradición religiosa en particular. Son quienes dicen “soy espiritual, pero no pertenezco a ninguna Iglesia”.  La vasta mayoría de la literatura sobre este fenómeno concuerda en que la religión en ge

Dios es bueno. Punto.

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No sé si será por la edad, por la maduración, por los estudios, por la experiencia pastoral, o por todas las anteriores, pero lo cierto es que mientras más tiempo pasa más me incomodan ciertos clichés del dialogar cotidiano evangélico.  No puedo negar el hecho de que uno de esos clichés también ha sido parte de mi hablar en múltiples ocasiones: "Dios es bueno". Que quede claro: firmemente creo que Dios es bueno.  De eso no hay la menor duda en mi corazón. No obstante, lo que me ha estado resultando incómodo no es la expresión "Dios es bueno", sino el hecho de que usualmente es pronunciada cuando algo ha salido "bien", o ha obrado en favor de quien la dice.  "Los resultados de la prueba de cáncer salieron negativos... ¡Dios es bueno!"  "Encontré lo que se me había perdido... ¡Dios es bueno!"  "Mi negocio tuvo ganancias... ¡Dios es bueno!" "Fulano salió bien de la operación... ¡Dios es bueno!" "Me aumentaron e