En la vida o en la muerte

jmcp | Minnesota, Feb 2020
Al momento de escribir esta meditación (7 mayo 2020), las cifras en la Nación rondan las 70,000 muertes y más de un millón de personas contagiadas. Y en el momento en que leas estas palabras, es muy probable que los números hayan aumentado considerablemente. En circunstancias normales no nos gusta hablar de la muerte, pero dada la presente situación, este es un tema que debemos considerar.  Muchas veces tratamos de ignorar o minimizar la muerte con eufemismos o con frases trilladas que repetimos fuera de contexto. Andar en la fe no significa vivir en negación. Andar en fe implica hacer frente a lo que venga con templanza y sobriedad, reconociendo que en última instancia, nuestro destino está en las manos divinas, aquí o en la eternidad.

El apóstol San Pablo comprendió estas profundas verdades. San Pablo pasó más tiempo caminando el "valle de sombras de muerte” que descansando en "delicados pastos y aguas de reposo” -- por decirlo en palabras del Salmo 23. La tradición nos enseña que San Pablo no murió en un lugar cómodo acompañado del calor de la familia... Por el contenido de sus escritos sabemos que su vida estuvo colmada de sufrimientos y peligros. Y desde esas experiencias, en su carta a los Romanos (14.7-8, RVC), San Pablo nos recuerda que “...nadie vive para sí, ni nadie muere para sí, pues si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya sea que vivamos, o que muramos, somos del Señor.”

La realidad del COVID -19 no es algo que ocurre "al otro lado del mundo." Es un mal que ya está tocando nuestras puertas. Amistades, familiares, gente de nuestros vecindarios, hermanas y hermanos de la comunidad de fe, están y estarán en duelo y luto. Tal vez a algunas o algunos de nosotros también nos llegue la hora de partir de este mundo por causa de esta condición. La fe no nos exime de transitar este camino. Sin embargo nos otorga la certeza de la gracia de Dios en todo tiempo y toda circunstancia. Como bien lo expresa Una Breve Declaración de Fe de nuestra Iglesia, partiendo de la enseñanza bíblica y del testimonio de quienes nos precedieron, "con creyentes en todo tiempo y lugar, nos gozamos de que nada, en la vida o en la muerte, puede separarnos del amor de Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro." Soli Deo Gloria.

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