Cuevas de contagio

Jeffrey Weston, Jesus Cleansing The Temple
Una exhortación a colegas del clero y liderato de congregaciones cristianas:

El mes pasado celebrábamos la más importante semana en la tradición cristiana, la Semana Santa. Como parte de las celebraciones recordábamos la entrada de Jesús de Nazaret a Jerusalén y su confrontación con las autoridades del templo:

«Escrito está: “Mi casa es casa de oración.” ¡Pero ustedes han hecho de ella una cueva de ladrones!»  (Lucas 19.46)

Sabemos de much@s que están ansiosos por reabrir los templos para reuniones de oración y adoración en persona. Las autoridades gubernamentales a nivel federal y --en algunos casos-- a nivel Estatal y Condal, están fomentando la pronta apertura de los edificios de adoración, aún cuando la pandemia no ha terminado. Les ruego, colegas, no cedamos ante presiones que nada tienen que ver con la salud y el bienestar colectivo, sino con otros tipos de intereses electoreros y económicos.

Francamente imagino que si Jesucristo de Nazaret se apareciese en algunos lugares, en este momento diría, "Mi casa es casa de oración. ¡Pero ustedes han hecho de ella una cueva de contagios!"

En ninguna manera menosprecio el valor que tiene congregarnos en un lugar al que consideramos espacio sagrado. El año anterior, en mi propia congregación hicimos reparaciones sustanciales al templo para embellecer el espacio donde semanalmente nos reunimos para cultivar en familia la fe en el Señor y el compromiso de laborar por un mundo mejor. Pero reconocemos que todo tiene su tiempo...  Aún no es tiempo de regresar a un espacio donde las condiciones no son propicias para la salud de quienes hoy componen la iglesia y de quienes quisieran añadirse en un futuro a participar de la adoración comunitaria.

Les recuerdo, amig@s y herman@s, que aunque los edificios sagrados estén cerrados, la Iglesia ha seguido activa buscando nuevas maneras de participar y continuar la misión de fomentar y proclamar la vida, presente y eterna, dentro de las circunstancias históricas que nos han tocado vivir. En nuestro afán e insistencia a regresar a una "normalidad" que en mucho tiempo no volverá, inadvertidamente podríamos estar creando condiciones de muerte, en lugar de condiciones de vida. Al momento de escribir estas líneas, en nuestra Nación han fallecido alrededor de 100,000 personas por COVID-19. No contribuyamos al duelo de más familias. No convirtamos los templos en cuevas de contagio. Que cuando volvamos a reunirnos físicamente sea para elevar oraciones de gratitud, y no plegarias de lamentación.

Mientras tanto, sigamos explorando formas de proclamar y servir. El Señor Jesús nos llamó a amar al prójimo. En este tiempo, nuestro prójimo es el colectivo al que debemos proteger de circunstancias que pongan su vida en riesgo, y prolonguen aún más el aislamiento y el dolor.

Fraternalmente,

Rev. José Manuel Capella-Pratts
Primera Iglesia Presbiteriana Hispana | Miami FL
23 de mayo de 2020

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