Como vuela el tiempo

Cuando era pequeñito (sí, alguna vez lo fui) recuerdo a mis abuelos decir en diversas ocasiones: “como vuela el tiempo”.  A mi temprana edad, el tiempo parecía interminable.  Los días parecían semanas, y las semanas parecían meses.  En la medida en que fui creciendo el tiempo comenzó a acortarse.  Ya los días no parecían tan largos, y los meses parecían acelerar... en un abrir y cerrar de ojos terminé la escuela superior, hice un bachillerato, una maestría, me casé, entré en el ministerio pastoral y ahora me encuentro en proceso de completar requisitos para obtener un doctorado.  En otro abrir y cerrar de ojos cumplí quince años en la pastoral, habiendo dirigido dos congregaciones.  En otro pestañear, el llamado ministerial me trajo al otro lado del mar...  Hoy se cumple un año desde que comencé la labor pastoral en la Primera Iglesia Presbiteriana Hispana en Miami, FL.  Me percaté, como a eso de las 7:00pm, que ya había pasado un año.  Ahora comprendo lo que decían mis abuelos: “como vuela el tiempo”...

Al considerar todo lo que ha acontecido, particularmente lo que ha acontecido en el año que ha pasado, ciertamente me invade un sentido de gratitud.  Gratitud, en primer lugar, a Dios, porque no me abandona en ningún momento, ni siquiera cuando estoy tan sumergido en mis problemas o ansiedades que no puedo percibir su presencia.  Gratitud a mi esposa, por haberse embarcado conmigo en cada aventura ministerial durante los pasados 16 años.  Gratitud a mi familia inmediata y extendida, porque aún en medio de la tristeza de nuestra separación física, la unión sigue viva en nuestros corazones.  Gratitud a mi nueva familia en la fe, la congregación de la Primera Iglesia Presbiteriana Hispana en Miami, por haber respondido al llamado del Señor para caminar juntos este tramo de nuestra jornada.


De igual manera, me invade la esperanza.  Al mirar al pasado y al presente, reafirmo que Dios tiene en sus manos el futuro.  Vendrán nuevos retos y oportunidades.  En ocasiones nuestra visión limitada no alcanza para ver las dimensiones del cuadro que Dios está pintando.  No obstante, debemos confiar en que el Gran Artista del Universo culminará su obra maestra. Suya es la obra, suyo es el tiempo, aún cuando a veces me parezca que se va “volando”.

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