Quisiera decir "felicidades"
Hoy, día internacional de la mujer, quisiera decir "felicidades", pero no puedo, ni quiero. Hoy, con muy buenas intenciones, se inundan las cuentas de Twitter, Facebook y otras redes sociales con mensajes de felicitación, los emails con lindas tarjetas electrónicas y fotos de lindos paisajes con frases cariñosas. Es muy probable que muchas mujeres reciban hoy flores, chocolates y otros regalos. Seguramente muchas hoy escucharán a sus familiares, amistades cercanas y colegas de trabajo o estudio decir "felicidades en tu día". Lamento mucho tener que asumir el papel de "aguafiestas", pero lo cierto es que hoy no es un día para "celebrar" ni "festejar". Hay quienes así lo hacen, e insisto, lo hacen con muy buenas intenciones, pero pasando por alto de qué se trata este día.
A tod@s les recomiendo que tomen un tiempo para documentarse con información sobre los orígenes y motivos del día internacional de la mujer. Al hacerlo descubrirán que esto no es asunto de flores, globos ni peluches, se trata de la denuncia de las injusticias cometidas en/por sociedades donde se privilegia al hombre como superior a la mujer. Aún en sociedades - como la nuestra - que se tildan de "civilizadas" hay desigualdad de género en prácticamente todas las esferas. Para percatarse de ello basta con echar una mirada a las escalas salariales, en las cuales, por llevar a cabo una misma labor, si se es mujer se recibe menor compensación que si se es hombre. Y ni hablar de las iglesias cristianas que utilizando interpretaciones fundamentalistas y literalistas de la Biblia continúan vendiendo la idea de que "el hombre es la cabeza del hogar", que Dios es varón, que "la mujer calle en la congregación", que "la esposa debe estar sujeta en obediencia al esposo"... todo para continuar transmitiendo el concepto que privilegia al hombre sobre la mujer, la glorificación del "macho", la vida patriarcal. Si yo, hombre, le digo a una mujer "felicidades en tu día" sencillamente le estoy recordando que todos los demás son mis días.
Me encantaría decir "felicidades", pero no puedo, ni quiero. Podremos decir "felicidades" cuando hayamos madurado como personas y como sociedades al punto donde no haya desigualdad ni violencia de género. Entonces tendremos una sólida razón para celebrar la "felicidad". Pero hoy no es un día feliz. Es un día de vergüenza personal y colectiva. Es un día para la reflexión profunda y el análisis honesto. Es un día para afirmar que el valor del ser humano no debe jamás medirse por su género ni por su sexualidad. Es un día para crear conciencia de cuánto nos falta por crecer y madurar para alcanzar una convivencia justa y equitativa. Es un día para entender que la lucha por la equidad de género no puede ser asunto de felicitaciones, sino de lucha y trabajo intencional por lograr una humanidad mejor.
Quisiera decir "felicidades", pero no puedo, ni quiero. Más bien, prefiero pedir perdón por todas las veces que a través de los años he sido participante activo y pasivo de un sistema injusto que trata a la mujer como inferior. Y prefiero decir gracias a todas las mujeres que me han enseñado y demostrado -en palabra y acción- lo que es una convivencia digna y justa para todas las personas.
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