Aligerando el equipaje


He estado pensando mucho, a la luz de la muerte de papá, en lo fugaz que es la vida y en mi relación con las posesiones materiales. Hay dos pasajes bíblicos rumiando en mi pensamiento. Uno es 1 Timoteo 6:6-8: “...la piedad es una gran ganancia, cuando va acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.  Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.” El otro pasaje es Lucas 12:15-21. Allí Jesús cuenta la parábola del hombre rico que derribó sus graneros para hacer unos más grandes y almacenar sus frutos y sus bienes. Y Dios le dijo: “Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?” (v. 20). 

A raíz de la pandemia, de un tiempo para acá he estado en contacto con la filosofía de la vida minimalista. Aprendiendo de los vídeos y del libro del minimalista Joshua Becker (quien, como yo, también es pastor de iglesias), he sido continuamente confrontado con mi propio estilo de vida de acumulación, apegado a cosas materiales, guardando por aquí y por allá “por si acaso lo necesito en el futuro”. Mis libros, particularmente, han sido mi mayor tesoro a través de los años — seguidos de cerca por una colección de “memorabilia” y varios equipos electrónicos (laptops, tablets, cablería, aparatos de audio y vídeo, etc.). ¡Tengo tanto! Y mucho de lo que tengo, son cosas que en su momento fueron muy útiles y me provocaron gran alegría y satisfacción, pero en el presente y en el futuro — pensándolo bien — no las uso ni las volveré a utilizar. ¿Para qué guardar todo eso? Incluso, desde hace unos meses tengo alquilado un espacio de almacén. ¿Para qué? A la larga ningún otro niño jugará con mis viejos juguetes y, en algunos años, muchos de mis libros quedarán obsoletos, o al menos, por lo que pinta el futuro, al no estar pastoreando una iglesia a tiempo completo no tendré necesidad de ellos. De nuevo, ¿para qué guardar? ¿para qué acumular? Muchas de estas cosas cumplieron su propósito y tuvieron gran utilidad en su momento, pero ya no.

He logrado ir reduciendo mi inventario de posesiones. He regalado casi la mitad de mi biblioteca a otros pastores y pastoras. He donado muchas cosas en el centro de acopio de “Goodwill”. Pero puedo desprenderme de mucho más. Así como necesito “aligerar mi equipaje” espiritual y emocional, también tengo que hacerlo con mi equipaje material. Mi meta, a la larga, sería no necesitar el almacén que alquilé, y así poder sumergirme en un estilo de vida que facilite la nueva función vocacional que comparto con mi esposa, Vilmarie. Tal vez no llegue a convertirme en un minimalista pleno, pero al menos tengo la intención de aprender a vivir de manera más sencilla. Un. Día. A. La. Vez.

Ejercicio:

Toma un tiempo para pensar brevmente en tu relación con las posesiones materiales. Haz inventario de lo que tienes y considera qué usas y qué no usas. ¿Qué guardas? ¿Por qué lo guardas? ¿Tiene utilidad a mediano y largo plazo? ¿Podría ser útil para otra persona? ¿Tienes el espacio que necesitas para lo que realmente vale en la vida — material, emocional y espiritualmente? Si te parece, puedes compartir impresiones en el espacio para comentarios al final de este blog.

Recursos:

Para leer el blog de Joshua Becker (en inglés), pulse aquí. Sus vídeos (en inglés) pueden ser vistos pulsando aquí.

Aquí se encuentra un muy buen vídeo sobre minimalismo (en español) por Paula Simple. También este otro vídeo, por Aprendiz Financiero, presenta una introducción gráfica al minimalismo.


Comentarios

  1. Gracias por compartir su experiencia. Yo también me encuentro en ese proceso de alcanzar lo minimalista. Bendiciones

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