Un año que viene y otro que se va
"Traigo un ramillete,
traigo un ramillete
de un lindo rosal
un año que viene
y otro que se va..."
(Cantar navideño tradicional en Puerto Rico)
Ya estamos en ese tiempo en que el año se va echando a un lado para abrir paso a otro nuevo año: "Un año que viene y otro que se va". La temporada trae gratos recuerdos a mi mente, como las bromas que mi abuelo materno solía jugar. En cualquier momento mi abuelo decía "¡Mira allí por donde va!" Yo preguntaba "¿Quién?", y él contestaba "El año viejo". Recuerdo también que era muy común en los periódicos de mi tierra publicar caricaturas ilustrando al nuevo año como un bebé recién nacido, a la vez que ilustraban al año que culminaba como un anciano en decadencia.
Durante estos días, como es de costumbre, entre amistades, familiares y, aún desconocidos, se cruza constantemente la frase "Que el nuevo año te traiga ____________ prosperidad/salud/cosas buenas (llene el blanco con lo que mejor crea)". Les comparto que por un lado me llena de alegría intercambiar (ofrecer y recibir) buenos deseos, pero por otro lado no puedo evitar pensar y repensar lo que se está diciendo. Tengo esa inclinación a - como se decía en mi tierra - "buscarle cinco patas al gato". Desde muy joven recuerdo sentir cierta incomodidad con ese tipo de expresiones: "El año tal fue bueno", o "el año cual fue malo". El año no es más que una manera relativa de medir el tiempo que pasa. El año sirve como referente a lo que se convertirá en gratos recuerdos o amargas memorias. El año no "trae" cosas buenas ni malas, el año no "trae" ni "se lleva" a nadie. A riesgo de sonar "aguafiestas" hago una invitación a que consideremos las expresiones que hacemos. Lo que vendrá, vendrá. Lo que dejará de ser, dejará de ser. Sencillamente, como planteara Víctor Frankl, no tenemos el control sobre lo que acontece, pero si podemos decidir cómo reaccionar y hacer frente a lo que acontece.
Por ello, querido lector(a), no ruego que "el año nuevo te traiga" nada, sino que elevo mis plegarias a la Providencia Divina para que tengas las herramientas, las fuerzas, las esperanzas para lidiar con los retos que llegarán a tu vida:
---Que en medio de cada tormenta, puedas encontrar paz, y en medio de cada alegría puedas hallar inspiración.
---Que aprendas lecciones útiles, tanto en tus aciertos como en tus desaciertos.
---Que tus lágrimas encuentren alivio en el Espíritu Consolador y tus risas sirvan para animar a otras personas.
---Que tus heridas cicatricen y puedas dejar atrás rencores y amarguras.
---Que con el pasar del tiempo seas más humano(a), más cálido(a), más compasivo(a), más sensible.
---Que aprendas a valorar más y a cultivar la espiritualidad en relación con Dios, con el prójimo, contigo, y con la naturaleza.
---Que tus acciones y palabras tengan tan buen efecto que lleven a otras personas a sentirse agradecidas sólo porque existes. En fin,
«¡Que el Señor te bendiga, y te cuide!
¡Que el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia!
¡Que el Señor alce su rostro sobre ti, y ponga en ti paz!» (Números 6.24-26 RVC)
traigo un ramillete
de un lindo rosal
un año que viene
y otro que se va..."
(Cantar navideño tradicional en Puerto Rico)
Ya estamos en ese tiempo en que el año se va echando a un lado para abrir paso a otro nuevo año: "Un año que viene y otro que se va". La temporada trae gratos recuerdos a mi mente, como las bromas que mi abuelo materno solía jugar. En cualquier momento mi abuelo decía "¡Mira allí por donde va!" Yo preguntaba "¿Quién?", y él contestaba "El año viejo". Recuerdo también que era muy común en los periódicos de mi tierra publicar caricaturas ilustrando al nuevo año como un bebé recién nacido, a la vez que ilustraban al año que culminaba como un anciano en decadencia.
Durante estos días, como es de costumbre, entre amistades, familiares y, aún desconocidos, se cruza constantemente la frase "Que el nuevo año te traiga ____________ prosperidad/salud/cosas buenas (llene el blanco con lo que mejor crea)". Les comparto que por un lado me llena de alegría intercambiar (ofrecer y recibir) buenos deseos, pero por otro lado no puedo evitar pensar y repensar lo que se está diciendo. Tengo esa inclinación a - como se decía en mi tierra - "buscarle cinco patas al gato". Desde muy joven recuerdo sentir cierta incomodidad con ese tipo de expresiones: "El año tal fue bueno", o "el año cual fue malo". El año no es más que una manera relativa de medir el tiempo que pasa. El año sirve como referente a lo que se convertirá en gratos recuerdos o amargas memorias. El año no "trae" cosas buenas ni malas, el año no "trae" ni "se lleva" a nadie. A riesgo de sonar "aguafiestas" hago una invitación a que consideremos las expresiones que hacemos. Lo que vendrá, vendrá. Lo que dejará de ser, dejará de ser. Sencillamente, como planteara Víctor Frankl, no tenemos el control sobre lo que acontece, pero si podemos decidir cómo reaccionar y hacer frente a lo que acontece.
Por ello, querido lector(a), no ruego que "el año nuevo te traiga" nada, sino que elevo mis plegarias a la Providencia Divina para que tengas las herramientas, las fuerzas, las esperanzas para lidiar con los retos que llegarán a tu vida:
---Que en medio de cada tormenta, puedas encontrar paz, y en medio de cada alegría puedas hallar inspiración.
---Que aprendas lecciones útiles, tanto en tus aciertos como en tus desaciertos.
---Que tus lágrimas encuentren alivio en el Espíritu Consolador y tus risas sirvan para animar a otras personas.
---Que tus heridas cicatricen y puedas dejar atrás rencores y amarguras.
---Que con el pasar del tiempo seas más humano(a), más cálido(a), más compasivo(a), más sensible.
---Que aprendas a valorar más y a cultivar la espiritualidad en relación con Dios, con el prójimo, contigo, y con la naturaleza.
---Que tus acciones y palabras tengan tan buen efecto que lleven a otras personas a sentirse agradecidas sólo porque existes. En fin,
«¡Que el Señor te bendiga, y te cuide!
¡Que el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia!
¡Que el Señor alce su rostro sobre ti, y ponga en ti paz!» (Números 6.24-26 RVC)
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