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9.53 La obra redentora de Dios en Jesucristo abarca la totalidad de la vida del ser humano: lo social y lo cultural, la economía y la política, lo científico y lo tecnológico, lo individual y lo corporativo. Incluye el medio ambiente natural del ser humano, explotado y despojado por el pecado. Es la voluntad de Dios que su propósito para la vida humana sea cumplido bajo el dominio de Cristo, y que toda forma de maldad sea desterrada de su creación.
9.54 Las imágenes y las visiones bíblicas relativas al dominio de Cristo, tales como una ciudad celestial, una casa paterna, un nuevo cielo y una nueva tierra, una fiesta de bodas, y un día interminable culminan con la figura del reino. El reino representa el triunfo de Dios sobre todo lo que resiste su voluntad y destruye su creación. El reino de Dios ya está presente como fermento en el mundo, despertando la esperanza en los seres humanos y preparando al mundo para recibir su juicio y redención finales.
9.55 Con una urgencia que nace de esta esperanza, la iglesia se dedica a sus tareas actuales y lucha por un mundo mejor. No identifica el progreso limitado con el reino de Dios sobre la tierra, ni pierde la esperanza ante la contrariedad y la derrota. Con esperanza firme, la iglesia mira más allá de cualquier éxito parcial hacia el triunfo final de Dios.
9.56 “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús, por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.”
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