Y la gracia de Dios sobreabundaba



Todos los que habían creído eran de un mismo sentir y de un mismo pensar. Ninguno reclamaba como suyo nada de lo que poseía, sino que todas las cosas las tenían en común. Y los apóstoles daban un testimonio poderoso de la resurrección del Señor Jesús, y la gracia de Dios sobreabundaba en todos ellos. Y no había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían terrenos o casas, los vendían, y el dinero de lo vendido lo llevaban y lo ponían en manos de los apóstoles, y éste era repartido según las necesidades de cada uno. (Hechos 4:32-35, RVC)

En la década de los años 90, los los chocolates marca “Twix” eran promocionados con la frase “dos para mí, ninguno para ti.” (Puedes ver uno de los anuncios comerciales en Inglés, “Two for me, none for you”, pulsando aquí.) Recuerdo que ver estos anuncios comerciales en la televisión me hacía reir, los encontraba cómicos. Sin embargo, detrás del aspecto humorístico de la campaña publicitaria de los Twix, se encuentra todo un andamiaje de indoctrinación y formación social. Nuestro carácter, personal y colectivo, es altamente influenciado por el énfasis en el individualismo y la acumulación de riqueza y posesiones. Lo que es peor, como esto es “lo normal”, no vemos cuán dañina es esta ideología y cuán presente está en nuestra formación. Por eso, la lectura de Hechos 4.32-35 puede generar una disonancia cognitiva: un sentimiento de malestar al observar las grandes diferencias entre lo que el texto bíblico presenta y lo que vivimos a diario.

Tengo una confesión que hacer: en mis más de 26 años de predicación semanal, nunca había abordado este pasaje bíblico (que es uno de los cuatro pasajes correspondientes al Segundo Domingo de Pascua en el Ciclo B del calendario eclesial). Y si lo hubiese hecho, las reacciones negativas de una gran parte de la feligresía no hubieran tardado en aflorar. En más de una ocasión fui difamado como “comunista” y “anti-americano” durante mis años como pastor al tocar temas como la solidaridad frente a las desigualdades e injusticias del mundo. Las reacciones ante la consideración de Hechos 4:32-35 hubieran sido aún más viscerales. No obstante, ¡mi mente también reacciona negativamente ante esta lectura bíblica! ¡Yo también me siento sacudido ante los desafíos radicales que el texto presenta! No puedo ignorar que también soy hijo de la sociedad que vive en el espíritu de “Dos para mí; ninguno para ti.”

En estos versos, la Escritura Sagrada muestra el sentir de las primeras comunidades cristianas como resultado del “testimonio poderoso de la resurrección del Señor Jesús” (4:33). Te invito a hacer una pausa y volver al pasaje, leyéndolo tranquilamente, y considerando a profundidad lo que allí es testificado.

Una lectura cuidadosa nos permitirá hacer, al menos, dos observaciones. En primer lugar: podemos observar que la resurrección de Jesucristo tiene como consecuencia una afirmación de la vida, no solo en el plano espiritual, sino en el plano material. La fe cristiana no es un asunto ideas abstractas, sino de consecuencias tangibles. La vida humana no se debe ser compartamentalizar como muchos sectores cristianos lo hacen, sino que debe ser comprendida, protegida y celebrada en todas sus dimensiones.

En segundo lugar: podemos observar que la resurrección de Jesucristo debe llevarnos a repensar y replantear nuestras relaciones con las posesiones —disminuyendo nuestra mentalidad individualista, centrada en la acumulación, y trayéndonos a la maduración de una conciencia colectiva que nos mueva a ocuparnos del bien común: “Entre ellos no había ningún necesitado” (4:34). Donde habita el espíritu del Cristo resucitado, no puede quedar lugar para el yoísmo y la mezquindad. En fin, la búsqueda de la equidad, el bienestar común, la compasión y la solidaridad deben ser marcas que distingan al pueblo que proclama la resurrección.

Este cambio de valores y de la orientación de la vida no es algo que ocurre de manera instantánea. Romper con viejos hábitos y formas de pensar no es fácil ni placentero. Es “nadar contra la corriente” de este mundo. Es una jornada que se camina poco a poco, día tras día, mientras vamos madurando en la fe, esforzándonos en seguir los pasos de Cristo Jesús. “Dos para mí; ninguno para tí” se debe quedar en el pasado como un chiste de mal gusto mientras nos adentramos en la vivencia de la gracia de Dios que sobreabunda.

Soli Deo Gloria.

Rev. José Manuel Capella-Pratts

Segundo Domingo de Pascua

7 de abril de 2024

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