La oración deportiva
Como muchos otros puertorriqueñ@s, he estado siguiendo nuestro equipo nacional en el Clásico Mundial de Béisbol 2017. Como nos suele suceder, indistintamente del partido político de preferencia, a los borincan@s se nos sube el orgullo patrio con esto de los deportes. Aún muchos de los que anhelan la anexión de la colonia como un nuevo Estado de la unión estadounidense sienten gran emoción cuando los nuestros, ondeando la bandera puertorriqueña, ganan en las competencias.
Ahora bien, tengo que confesar que en medio de todo esto hay algo que me perturba, y no es la cuestión del orgullo patrio, sino la explotación del tema religioso. Por los medios y redes sociales circulan constantemente fotos del equipo de béisbol orando de rodillas antes o después del juego. También se multiplican los "memes" citando versos bíblicos como "todo lo puedo en Cristo que me fortalece" y frases similares. Clarifico: mi problema no es con orar o no orar. Soy ministro cristiano y afirmo enérgicamente el llamado que nuestras Escrituras Sagradas nos hacen a "orar sin cesar". Sin embargo, me parece que hacemos un servicio flaco a la sociedad en general con la trivialización de la fe y la oración --algo que provoca cuestionamientos en cualquier mente pensante que se ponga a considerar el asunto. Quienes ganan, ¿ganan porque oran, o ganan porque practican y dan lo mejor de sí en el juego? Si el asunto es que Dios contesta la oración de quienes ganaron, ¿qué de las oraciones de quienes perdieron? ¿Y qué de los jugadores y espectadores que no oran, o que oran a otra divinidad?
No quiero arruinar el entusiasmo deportivo de nadie --de seguro me disfrutaré el partido final esta noche. Sin embargo, debemos hacer un alto y reflexionar. La oración no es una panasea que se activa con poderes mágicos para complacer nuestros caprichos personales o colectivos. La oración es otra cosa. En la fe cristiana nuestro modelo por exelencia tiene que ser Jesús, el Cristo. ¿Cómo oraba Jesús? ¿Para qué oraba Jesús? ¿Cómo Jesús nos enseñó a orar? No puedo imaginarme a Jesús echado de rodillas en el Huerto de Getsemaní pidiendo a Dios su intervención en un evento deportivo. Ni siquiera lo puedo imaginar pidiendo "victoria sobre los enemigos" (como lo hacían los autores de muchos salmos), cuando su enseñanza es el amor radical que se extiende aún sobre "los enemigos".
Dios no tiene favoritos, no pretendamos enredar la divinidad en nuestros prejuicios y preferencias.
Dicho esto, es mi deseo que tod@s por igual --jugadores y participantes-- disfruten de un tiempo de sano entretenimiento, entusiasmo y alegría. Se que a mí se me volverá a estremecer el corazón al ver mis hermanos puertorriqueños dar lo mejor en el campo de juego y poner --una vez más-- nuestra bandera en alto.
Ahora bien, tengo que confesar que en medio de todo esto hay algo que me perturba, y no es la cuestión del orgullo patrio, sino la explotación del tema religioso. Por los medios y redes sociales circulan constantemente fotos del equipo de béisbol orando de rodillas antes o después del juego. También se multiplican los "memes" citando versos bíblicos como "todo lo puedo en Cristo que me fortalece" y frases similares. Clarifico: mi problema no es con orar o no orar. Soy ministro cristiano y afirmo enérgicamente el llamado que nuestras Escrituras Sagradas nos hacen a "orar sin cesar". Sin embargo, me parece que hacemos un servicio flaco a la sociedad en general con la trivialización de la fe y la oración --algo que provoca cuestionamientos en cualquier mente pensante que se ponga a considerar el asunto. Quienes ganan, ¿ganan porque oran, o ganan porque practican y dan lo mejor de sí en el juego? Si el asunto es que Dios contesta la oración de quienes ganaron, ¿qué de las oraciones de quienes perdieron? ¿Y qué de los jugadores y espectadores que no oran, o que oran a otra divinidad?
No quiero arruinar el entusiasmo deportivo de nadie --de seguro me disfrutaré el partido final esta noche. Sin embargo, debemos hacer un alto y reflexionar. La oración no es una panasea que se activa con poderes mágicos para complacer nuestros caprichos personales o colectivos. La oración es otra cosa. En la fe cristiana nuestro modelo por exelencia tiene que ser Jesús, el Cristo. ¿Cómo oraba Jesús? ¿Para qué oraba Jesús? ¿Cómo Jesús nos enseñó a orar? No puedo imaginarme a Jesús echado de rodillas en el Huerto de Getsemaní pidiendo a Dios su intervención en un evento deportivo. Ni siquiera lo puedo imaginar pidiendo "victoria sobre los enemigos" (como lo hacían los autores de muchos salmos), cuando su enseñanza es el amor radical que se extiende aún sobre "los enemigos".
Dios no tiene favoritos, no pretendamos enredar la divinidad en nuestros prejuicios y preferencias.
Dicho esto, es mi deseo que tod@s por igual --jugadores y participantes-- disfruten de un tiempo de sano entretenimiento, entusiasmo y alegría. Se que a mí se me volverá a estremecer el corazón al ver mis hermanos puertorriqueños dar lo mejor en el campo de juego y poner --una vez más-- nuestra bandera en alto.
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