No tienes que ser pastor ni pastora
A través de los años he conocido
cristianos(as) devotos que quieren servir al Señor de todo corazón
pero no ven el ministerio pastoral como una opción real para sus
vidas. Siempre les respondo de la misma manera : "no tienes que
ser pastor(a)".
Aún en las filas de la Iglesia
Presbiteriana, una iglesia que afirma "el sacerdocio de todos
los creyentes", se ha perpetuado la noción del pastorado como
la respuesta suprema al llamamiento del Señor a su servicio. Todavía
resuena en mi memoria el eco de voces celebrando que yo había sido
llamado "al Santo Ministerio", refiriéndose a la vocación
pastoral. Lo cierto es que todos los ministerios son "santos",
no hay ninguno más "santo" que los demás. "Santo"
significa consagrado, dedicado al servicio del Señor... y para eso
no hay que ser pastor(a).
Esa noción clericalista nos lleva a
subvalorar el llamado que el Señor hace a todos los creyentes.
También nos lleva a colocar en hombros de unas pocas personas
(pastores y pastoras) la misión que corresponde a todos los
creyentes por el sólo hecho de ser miembros de la iglesia cristiana.
Los creyentes que no están en la función pastoral son aquellos
que están en la "trinchera", relacionándose y
compartiendo con las demás personas en el día a día, en el mundo
real, en la vida cotidiana, con todas sus altas y bajas. ¿Eres
cristiana o cristiano? Entonces tienes un ministerio, una vocación,
un llamamiento al servicio y al testimonio. Tu "parroquia"
es tu trabajo, la escuela, el gimnasio, la Universidad, el salón de
belleza, el correo, el vecindario, el club, el almacén... en fin,
donde quiera que te relaciones con otras personas. Tarde o temprano
en una conversación informal se te presentará la oportunidad para
decir a otra persona cómo la relación con Dios bendice tu vida. En
el momento menos pensado alguien te pondrá "en bandeja de
plata" la oportunidad para invitarle a congregarse y cultivar su
vida espiritual con la iglesia. Si el Señor es bueno para ti, y si
la iglesia es parte importante en el desarrollo de tu fe: ¡también
lo puede ser en la vida de esa persona con quien te relacionas!
Insisto: no tienes que ser
pastor(a). De hecho tú tienes acceso a personas a quienes el
pastor(a) no tiene acceso. Tú eres la única oportunidad que esas
personas tienen para conocer la maravilla de relacionarse con el
Señor en el contexto de una comunidad de fe. Tú eres la única
oportunidad que esas personas tienen para sentirse apoyadas y
acompañadas en tiempos de soledad y crisis. Tú eres la única
oportunidad que esas personas tienen para saber que hay esperanza
porque Dios les ama y les acepta.
Entonces, cumple tu ministerio,
cultiva la vocación que el Señor te da. No tienes que ser
pastor(a), sólo tienes que estar dispuesto a ser instrumento en
manos del Señor en momento oportuno y el lugar oportuno. Los
primeros cristianos(as) tampoco eran pastores(as), pero fueron
investidos con la inspiración del Espíritu Santo y dieron
testimonio. Comprobarás cuán bueno es compartir el amor de Dios.
Soli Deo Gloria.
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