Y también a Pedro

 

(Arte digital por Vilmarie Cintrón-Olivieri.)


Cuando entraron en el sepulcro, vieron que en el lado derecho estaba sentado un joven, vestido con una túnica blanca. Ellas se asustaron, pero el joven les dijo: «No se asusten. Ustedes buscan a Jesús el nazareno, el que fue crucificado. No está aquí. Ha resucitado. Miren el lugar donde lo pusieron. Pero vayan ahora y digan a sus discípulos, y a Pedro, “Él va delante de ustedes a Galilea.” Allí lo verán, tal y como él les dijo.» (Marcos 16:5-7, RVC)

El relato del Evangelio Según Marcos sobre la resurrección de Jesucristo difiere en extensión y detalles comparado con los relatos de los otros evangelios. La obra de Marcos se distingue por su brevedad y por enfatizar más las acciones que las palabras. Su relato sobre la resurrección es igualmente breve: temprano el Domingo, tres mujeres llevaron perfumes para ungir el cadáver de Jesús y se encontraron con un sepulcro vacío, donde un joven vestido de blanco las sorprendió con la buena noticia: "No se asusten. Ustedes buscan a Jesús el nazareno, el que fue crucificado. No está aquí. Ha resucitado." 

Ahora bien, observemos específicamente una porción del anuncio del joven: "Vayan y digan a sus discípulos, y a Pedro..." Bastaba con decir "a los discípulos", pero aquí Pedro es nombrado aparte. ¿Por qué la distinción? ¿Por qué separarlo de los demás? Es como si el interlocutor quisiera asegurarse de que Pedro recibera la noticia...

Apenas un par de días antes, Pedro había negado ser uno de los discípulos (14:66-72). En la hora del arresto, los discípulos habían abandonado a Jesús; pero Pedro fue más allá. Con maldiciones y juramentos aseguró: "¡Yo no conozco a ese hombre, del que ustedes hablan!" Semejante acción lo ubicaba fuera del grupo. Esto efectivamente constituía una renuncia al discipulado. Aún así, el mensajero de la resurrección insiste en que la buena noticia llegue a oídos de Pedro. A pesar de todo, Cristo no acepa su renuncia, sino que le invita a un reencuentro restaurador (16:7). Pedro habrá dicho lo que dijo, pero Jesús no lo excluye de su rebaño. Jesús espera verlo en Galilea junto a los demás discípulos.

La resurrección de Cristo es un anuncio de esperanza y restauración que continúa vigente en nuestro tiempo. La resurrección afirma el evangelio de las nuevas oportunidades. Nuestros traspiés no agotan del amor compasivo del Redentor: el Señor no nos da por incorregibles, no nos abandona como irremediables, no nos considera como causa perdida. El Señor no renuncia a su insistencia de que permanezcamos a su lado: nos llama, nos invita, y nos espera. 

Respondamos la invitación y vayamos a su encuentro.

Soli Deo Gloria.

Rev. José Manuel Capella-Pratts
Domingo de Pascua
31 de marzo de 2024 


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