¿Hasta cuándo?

Comienza el Salmo 13 de la siguiente manera:

«¿Hasta cuándo, Señor?
¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
¿Te olvidarás de mí para siempre?
¿Hasta cuándo debo estar angustiado,
y andar triste todo el día?» (vv.1-2)

Recientemente leía un artículo que tocaba el tema de los ataques de ansiedad (para leerlo pulse aquí).  El mismo buscaba quitar un poco de la demonización y manto lúgubre que tradicionalmente se echa sobre las personas que enfrentan alguna condición emocional.  Muchas son las personas que enfrentan ansiedades, tristezas profundas y ataques de pánico, y no buscan ayuda profesional por los estigmas con que la sociedad mira estas condiciones.  “Los  psicólogos, psiquiatras y consejeros son para los locos” --- me han dicho algunas personas.

La sombra que rodea las angustias emocionales se hace más grande cuando se mira desde las perspectivas de ciertas teologías cristianas en décadas recientes.  He perdido la cuenta de las veces que en mi juventud escuché predicadores/as y evangelistas diciendo que el creyente tiene que vivir “en victoria” todo el tiempo, y si no está “victorioso” es por falta de fe.  Recuerdo una vieja canción que decía que “no puede estar triste un corazón que tiene a Cristo”. ¿En verdad? Desde la perspectiva de la canción, entonces, si estás triste es porque tu corazón no tiene a Cristo. ¡Cuánto daño hacen esas teologías haciéndole creer a las personas que algo malo deben tener si no se sienten alegres y “victoriosas”!

Expresiones como las del Salmo 13 existen para recordarnos que la tristeza y la angustia forman parte de la experiencia humana.  En lugar de estigmatizar a quien se siente de esa manera, o descartar su sentir como algo pasajero y superficial, lo que debemos es mostrar empatía, comprensión y solidaridad.  Nadie está exento de enfrentar tiempos en que tengamos que decir, como el salmista, «¿Hasta cuándo debo estar angustiado y andar triste todo el día?»  La angustia del autor bíblico en ese momento es tan profunda que se siente olvidado por Dios.

Palabras como las de este poema bíblico sirven como recordatorio de la importancia de poder desahogarnos y expresar los sentimientos.  Almacenar tristezas y esconder angustias sin darles una salida apropiada se va convirtiendo en una acumulación de presión interna que tarde o temprano nos hará más daño.  En el diseño divino hay lugar hasta para pelear y reclamar frustraciones ante Dios.  Eso es lo que el salmista hace en su canción...

“¿Hasta cuándo?”, pregunta el salmo.  “¿Hasta cuándo?”, también preguntamos.  Quizás no haya una respuesta inmediata.  Pero no perdamos la esperanza, los tiempos de angustia también tendrán su final.  El mismo salmista angustiado encuentra momentos mejores y concluye diciendo (vv.5-6):

«Yo confío en tu misericordia;
mi corazón se alegra en tu salvación.
Te cantaré salmos, Señor,
porque tú siempre buscas mi bien.»

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