Los ciegos y el elefante


(Una parábola que tiene su origen en la India, con diversas versiones posteriores.  Esta es una adaptación de un poema de John Godfrey Saxe.)

Había seis hombres de Indostán
muy interesados en aprender,
que al elefante salieron a ver
a pesar de que eran ciegos,
para con cada observación
su curiosidad satisfacer.

El primero se acercó al elefante,
y sucedió que tropezó
con su costado grueso y duro
y a exclamar comenzó:
¡el elefante es como un muro!

El segundo, al tocar un colmillo,
gritó: ¿qué es esto que hay aquí,
tan redondo, tan liso y puntiagudo?
Para mí resulta muy claro:
¡el elefante es como un dardo!

El tercero se acercó al animal
y al palpar su trompa imponente,
exclamó sin pensar:
¡el elefante es como una serpiente!

El cuarto le tocó la rodilla,
al extender su impaciente mano, exclamando:
¡esta bestia admirable,
este enorme elefante
viene a ser algo así como un árbol!

El quinto, que por casualidad
le tocó la oreja dijo:
¡hasta el hombre más ciego notará
que esta maravilla de elefante
se parece mucho a un abanico!

En cuanto el sexto empezó a explorar
al animal, tomando la cola ondulante
con la que se encontró en sus tanteos, dijo:
¡a una cuerda se parece el elefante!

Y así estos hombres de Indostán
se enzarzaron en terca discusión,
sosteniendo cada uno con su afán
su porfiada e inflexible opinión.
Todos estaban en parte en lo cierto,
pero ninguno tenía razón.

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