tag:blogger.com,1999:blog-82932451577082131192024-03-09T21:47:09.567-05:00PresbyonlinePromoviendo una fe que siente, piensa y actúa.
/ Promoting a faith that feels, thinks, and acts.José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.comBlogger242125tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-20869867235010476902023-12-31T09:48:00.001-05:002023-12-31T09:48:21.258-05:00Para enfrentar el nuevo año<p><i></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEj9QDGoc8VCDXgmwv5gLAsNWwp1sxiSPtonZtursj-yxhoCIqHmia2Pp_3OFibPMajYcB65NP2kJpVcH3Y5rrXkVQ1Lvx4khrLboTTn8F7xuhj5O_aWYenm7LWVEHttuapuMQMlYlZn5wfJy12HGieuseFX66K1H2KVCC-VkZqB0wyM4cOyeg2oNAxxctoF" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="500" data-original-width="680" height="235" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEj9QDGoc8VCDXgmwv5gLAsNWwp1sxiSPtonZtursj-yxhoCIqHmia2Pp_3OFibPMajYcB65NP2kJpVcH3Y5rrXkVQ1Lvx4khrLboTTn8F7xuhj5O_aWYenm7LWVEHttuapuMQMlYlZn5wfJy12HGieuseFX66K1H2KVCC-VkZqB0wyM4cOyeg2oNAxxctoF" width="320" /></a></i></div>“<i>En ese mismo instante Ana se presentó, y dio gracias a Dios y habló del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.</i>” (Lucas 2:39 —texto completo en <a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=Lucas+2%3A22-40&version=RVC&interface=print" rel="nofollow" target="_blank">Lucas 2:22-40</a>, RVC)<p></p><p> Al acercarnos al final del calendario civil, observamos cómo se reanudan las tradiciones de hacer repasos y recuentos de lo ocurrido. De igual manera hemos estado ya observando los acostumbrados saludos y felicitaciones salpicados por una visión cuasi-mágica de lo que “el año nuevo traerá.”</p><p> Francamente el año que culmina ha sido difícil, muy difícil. Ha sido un año que ha planteado grandes retos, tristezas, penurias y dificultades en todas las esferas de la experiencia humana, a nivel personal y a nivel colectivo. No hay duda de que en muchas familias, al calcular el balance de vivencias, lejos de quedar huellas, lo que queda son cicatrices que representan amarguras y dolores que no quisiéramos recordar jamás. Con toda razón tantas personas esperan con ansias que el año se termine de una vez y comience el próximo año que, por cierto, nos sigue adentrando en la tercera década del presente siglo. Ahora bien, esta es la situación: hablando en términos realistas, los años no llevan ni traen nada. Simplemente se trata de una medida de tiempo, basada en la vuelta de la Tierra alrededor del Sol. El cambio de fecha no acarrea cambios instantáneos en las circunstancias que nos rodean —indistintamente que sigamos diciendo: “Que el año nuevo te traiga muchas cosas buenas.”</p><p> Aún así, es inevitable que nuestras mentes ponderen con gran curiosidad las posibilidades del futuro a corto y largo plazo. ¿Cómo será el nuevo año? ¿Qué cosas ocurrirán? ¿Será mejor? ¿Será peor? ¿Será igual? Lo cierto es que no sabemos. Cualquier “respuesta” que demos pertenece al campo de la especulación. No obstante, como pueblo de fe, podemos acercarnos a las Escrituras Sagradas y encontrar en ellas dirección para nuestras vidas. Vivo fascinado con la manera en que las Escrituras contienen palabra viva que —por la inspiración del Espíritu Santo— se hace relevante y pertinente a nuestros contextos. Con esto en mente, el pasaje bíblico que aquí leemos nos ofrece el testimonio de dos personas que vienen a servir como modelos para enfrentar el nuevo año.</p><p> A estas alturas de la narrativa del Evangelio Según Lucas, ya Jesús ha nacido y sus padres lo llevan al templo de Jerusalén para cumplir con los ritos propios de su tradición religiosa. Allí tienen un encuentro con los dos personajes que hoy constituyen nuestro centro de atención. El primero de ellos —Simeón— es identificado como un hombre paciente en la espera de la salvación de Israel. También se le describe como un hombre bien conectado con el Espíritu Santo, cosa que ciertamente lo lleva a ser <i>“justo y piadoso”</i>. Como reacción al tener un encuentro con el Mesías (v. 26, <i>“el Ungido del Señor”</i>), Simeón alaba y bendice a Dios (vv. 28-32), y además bendice a los padres del recién nacido (v. 34).</p><p> El segundo personaje —Ana— es descrito como una mujer de edad muy avanzada, que había quedado viuda desde muy temprano. Cabe aquí recordar que las viudas eran de las personas más vulnerables y desventajadas de aquel tiempo y aquella cultura. Desde esta perspectiva, ciertamente Ana tendría todas las razones del mundo para andar por la vida quejándose de sus achaques y desventuras. Sin embargo, sus labios no estaban llenos de quejas, sino que estaban llenos de la palabra de Dios (v. 36 la llama <i>“profetisa”</i>) y, específicamente, su tema de conversación era <i>“el niño”</i> (v. 38). ¿Cómo podía Ana hacer esto? Sencillo: al igual que Simeón, Ana mantenía una relación cercana a Dios (v. 37).</p><p> <b>Al considerar a ambos personajes, observamos que ni la edad, ni el estatus socioeconómico, ni ninguna otra circunstancia humana fueron impedimento para que Ana y Simeón cultivaran la espiritualidad y fueran de bendición para otras personas.</b></p><p> El nuevo año no “traerá” soluciones mágicas a nuestros problemas personales y colectivos. Más aún, quizás enfrentemos desafíos y retos que se acumulen sobre las experiencias que hemos vivido en el año que culmina. Adoptemos el ejemplo que Simeón y Ana nos ofrecen. La paciencia, la esperanza, la humildad, y un corazón abierto a Dios y al prójimo son recursos que nos ayudarán a enfrentar el presente y el porvenir —venga lo que venga.</p><p> Soli Deo Gloria.</p><p>(Primer Domingo de Navidad, Ciclo B)</p>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-40637158969521389872023-12-03T09:11:00.003-05:002023-12-03T09:11:29.689-05:00¡Cómo quisiera...!<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiEBt9-Kihb4s07pH4ZnxfX9OD6CrXpG5qe0r4Tizyf-iC2XJ6_ViA-wHfKsXIj_aZeQDeETGg-DBqu0MPZ4ISUWn1qgOM3M-IAUXb4imnTKcUKuDQKdLBopfNQ_fG-pgxgTYLu6JVGmo5okeaNd6YCGgdDKEW5J_uoIiZRF6ip49Iz03yNP65gMN_xJHC6" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="864" data-original-width="1536" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiEBt9-Kihb4s07pH4ZnxfX9OD6CrXpG5qe0r4Tizyf-iC2XJ6_ViA-wHfKsXIj_aZeQDeETGg-DBqu0MPZ4ISUWn1qgOM3M-IAUXb4imnTKcUKuDQKdLBopfNQ_fG-pgxgTYLu6JVGmo5okeaNd6YCGgdDKEW5J_uoIiZRF6ip49Iz03yNP65gMN_xJHC6=w400-h225" width="400" /></a></div><i>¡Cómo quisiera que rasgaras los cielos y bajaras! ¡Que los montes se derritieran ante ti como ante un fuego abrasador que todo lo funde, como un fuego que hace hervir el agua! ¡Así tu nombre sería reconocido por tus enemigos, y las naciones temblarían en tu presencia!</i> (Isaías 64:1-2, RVC)<p></p><p>Gran parte de la cristiandad comienza hoy la celebración de una temporada litúrgica conocida como “Adviento”. Esta temporada —que precede a la Navidad— se caracteriza por su énfasis en la espera de aquello que deseamos que ocurra, pero aún no acontece. En los tiempos del antiguo pueblo de Israel, esta espera estaba enmarcada en el anhelo de la restauración de la ciudad de Jerusalén y retorno del pueblo exiliado. En los tiempos del pueblo cristiano la espera está enmarcada en el retorno de Cristo. Ambos casos suponen una intervención de Dios en medio de las precarias situaciones humanas.</p><p>El pasaje bíblico que hoy nos inspira hace patente ese deseo intenso por una intervención divina: <i>“¡Cómo quisiera que rasgaras los cielos y bajaras!”</i> En los tiempos en que este texto fue escrito, el pueblo no veía llegar la hora en que su situación cambiara. Destrucción, conflictos, injusticias, eran la orden del día. Se trataba de una comunidad en ruinas, no solo en el sentido material, sino también en lo emocional y espiritual. La moral y el ánimo andaban por el suelo... </p><p>Dichos sentimientos de desesperación no son extraños en nuestro tiempo. Son múltiples las circunstancias que nos llevan a sentir hastío,</p><p> la pérdida de un ser amado, cuya ausencia no parece hallar consolación;</p><p> la condición crónica para la cual no hay cura;</p><p> la acumulación de deudas que, lejos de menguar, crece constantemente;</p><p> el cansancio acumulado por el ritmo acelerado de la vida, sin tiempo ni espacio para reponerse;</p><p> la angustia ocasionada por la lluvia interminable de malas noticias;</p><p> el agobio en medio de una situación familiar tóxica o un ambiente laboral hostil…</p><p>¡Cómo quisiéramos que las cosas fueran distintas! ¡Cómo quisiéramos que “algo” sucediera! ¡Cómo quisiéramos sentirnos de otra manera! ¡Cómo quisiéramos que Dios intervenga! O, dicho en el lenguaje del texto bíblico, <i>“¡Cómo quisiera que rasgaras el cielo y bajaras!”</i></p><p>El testimonio que encontramos más adelante en las Escrituras Sagradas nos cuenta que Dios rasgó el cielo y bajó —pero no lo hizo de la manera en que el pueblo antiguo lo esperaba. No hubo montes derretidos ni fuegos consumidores. Lo que ocurrió fue el nacimiento de un niño, en medio de circunstancias inhóspitas y poco deseables, para mostrar que allí, en el lugar inesperado, es donde Dios sale a nuestro encuentro y nos acompaña en la experiencia de la angustia, la carencia, el cansancio y el dolor.</p><p>¡Cómo quisiera que en medio de nuestras adversidades —personales y colectivas— pudiésemos percibir el acompañamiento divino! ¡Cómo quisiera que podamos comprender que, aun atravesando tiempos inciertos, la consolación del Espíritu camina a nuestro lado! ¡Cómo quisiera, que nuestros ojos puedan ver más allá de lo inmediato y así contemplar la presencia confortante de Dios!</p><p>Soli Deo Gloria. </p><p>(Primer Domingo de Adviento, Ciclo B)</p><div><br /></div>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-11985323656427839022023-10-29T12:02:00.001-04:002023-10-29T12:30:21.246-04:00Y el segundo<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihIcQRMDPcw-nJQPuNrgMLg1FYNgngd8zKMLTjfnx9SYgv8md1I3mLCGl3jlVcTaBessrMehMxpuM80t6UMihU5mAIB_Jd4wFyeWlfa54v3KplkimYNqxuRysURFde6GDvRAYlwubqu-ekAWYdES34MGWZw34dVF_MA1jgFQSpS_abX5RfnY5eGJUhXQNj/s649/human_diversity.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="460" data-original-width="649" height="227" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihIcQRMDPcw-nJQPuNrgMLg1FYNgngd8zKMLTjfnx9SYgv8md1I3mLCGl3jlVcTaBessrMehMxpuM80t6UMihU5mAIB_Jd4wFyeWlfa54v3KplkimYNqxuRysURFde6GDvRAYlwubqu-ekAWYdES34MGWZw34dVF_MA1jgFQSpS_abX5RfnY5eGJUhXQNj/s320/human_diversity.jpg" width="320" /></a></div><i>Jesús le respondió: «“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.” Éste es el primero y más importante mandamiento. Y el segundo es semejante al primero: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.» </i>(Mateo 22:37-40 RVC)<p></p><p>El domingo más cercano al 31 de octubre se conoce en muchas partes del mundo como “Domingo de la Reforma Protestante” (en conmemoración a la fecha en que el monje Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la Catedral de Wittenberg, 1517). No pretendo escribir aquí sobre la historia de la reforma protestante, pero sí quiero enfatizar el concepto <b>reforma</b>. La Real Academia Española de la lengua, al definir el verbo “reformar”, hace mención de lo siguiente: «volver a formar; rehacer; modificar algo, por lo general con la intención de mejorarlo; reducir o restituir una orden religiosa u otro instituto a su primitiva observancia o disciplina; enmendar, corregir la conducta de una persona.»</p><p>Con esto en mente, y al contemplar el estado presente de la religión cristiana, podemos afirmar que <b>la práctica</b> de la misma tiene —en el presente, al igual que en el pasado— una urgente necesidad de reforma. Sin entrar en mucha elaboración, se hace evidente el abismo que hay entre lo que la gente cristiana predica y lo que se lleva a la acción. Nos hemos conformado con una religiosidad dogmática y cúltica, es decir, de mucho estudio y mucha ‘adoración’ sin tener un impacto real en cómo nos conducimos en la vida cotidiana. Hemos caído en la trampa del yoísmo espiritual, donde vemos a Dios y la religión como una forma de satisfacción espiritual personal, o como se suele decir, “llenar el vacío interior”, pero sin asumir responsabilidad por el bienestar comunitario más allá de las inmediaciones de los templos. Si algo no nos afecta personalmente, entonces no es nuestro problema.</p><p>Nuevamente: la necesidad de reforma en la experiencia cristiana es urgente. Y para ello es indispensable volver a la raíz —las enseñanzas de Jesucristo en el testimonio que tenemos por medio de sus palabras y acciones. El texto del Evangelio para hoy nos ofrece una magnífica oportunidad de examinar cuál es el centro, la esencia, del mensaje de Jesucristo. Se cuenta que en una ocasión, un devoto preguntó a Jesús sobre el más importante de los mandamientos religiosos. La respuesta de Jesús tiene mucho que enseñarnos, mucho más que lo que podemos abarcar en esta breve reflexión. No obstante, hay tres puntos que hoy quiero recalcar.</p><p><b>Primero.</b> La religión judaica (que era la religión profesada por aquel hombre <b>y</b> por Jesús) contaba con poco más de 600 mandamientos —regulaciones e instrucciones que eran entendidas como voluntad divina para la gente. Así que la pregunta del hombre hace mucho sentido, de todo eso que se supone que cumplamos, ¿qué es lo más importante? El hombre preguntó por un mandamiento... pero Jesús ofreció dos.</p><p><b>Segundo.</b> La respuesta de Jesús establece sin lugar a dudas que una buena relación con Dios no puede estar separada de una buena relación con el prójimo. En la enseñanza de Jesús no hay espacio para una compartamentalización de ambas relaciones. La ecuación es simple: si no amamos al prójimo, entonces no amamos a Dios. Punto.</p><p><b>Tercero. </b>La relación con el prójimo debe recibir la misma atención que se le brinda al propio ser. Es decir, “yo” y el “prójimo” estamos en el mismo plano. Ese “como a tí mismo” elimina por completo cualquier justificación para menospreciar y considerar a otras personas como inferiores —con todo lo que eso implica. Raza, nacionalidad, identidad de género, orientación sexual, origen étnico, adherencia política, o cualquier otra clasificación de esas que utilizamos como justificación para levantar barreras entre unas y otras personas son un estorbo para la práctica del amor. El amor al prójimo se manifiesta colectivamente en hacer todo lo que esté a nuestro alcance para lograr una vida digna y justa para todas las personas. Sin este componente ético, nuestra religión se queda en palabras huecas e irrelevantes.</p><p>Cada vez que afirmemos el “mandamiento más importante” debemos recordar las palabras de Jesús: <i>“Y el segundo...”</i> Esta es la esencia de la vida a la luz del Reino de Dios. </p><p><b>Soli Deo Gloria.</b></p><p><br /></p><p>(Pentecostés 22 / Tiempo Ordinario 30 / Propio 25 - Ciclo A)</p>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-14292898827713153622023-10-08T11:49:00.000-04:002023-10-08T11:49:40.799-04:00Los frutos que debe dar<p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjz8Ix-2bP4u-JOnWcZ2njBRleCRtTEiyzEbD7BBNt_5EYU7rgE-PPiyybUomisTlT86m5zKjGq9W6JMPkTcD1oYFfi2csogqmqdy69I57lHpG9coulBTmfmehtetuGlZZ1EaCiyl2IW8G9JMGhg3-PiZF99Qf1gJbsC-LUytj16NiMxmQcCLHZ5Vdhpu5R/s1024/OIG.68vrMLevDnHM.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="1024" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjz8Ix-2bP4u-JOnWcZ2njBRleCRtTEiyzEbD7BBNt_5EYU7rgE-PPiyybUomisTlT86m5zKjGq9W6JMPkTcD1oYFfi2csogqmqdy69I57lHpG9coulBTmfmehtetuGlZZ1EaCiyl2IW8G9JMGhg3-PiZF99Qf1gJbsC-LUytj16NiMxmQcCLHZ5Vdhpu5R/s320/OIG.68vrMLevDnHM.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i><span style="font-size: x-small;">Imagen creada con IA.</span></i></td></tr></tbody></table>Jesús solía enseñar por medio de cuentos (llamados “parábolas”, en el argot religioso). El lugar de brindar elaboradas disertaciones teológicas llenas de lenguaje rebuscado, Jesús utilizaba cuentos con contenido que fuese familiar a su audiencia, cosa que facilitaba la interpretación y aplicación de sus enseñanzas a la luz de las experiencias cotidianas.</p><p>Uno de esos cuentos conocido como “la parábola de los labradores malvados” (<a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=Mateo+21%3A33-46&version=RVC&interface=print" rel="nofollow" target="_blank">Mateo 21:33-46</a>), utilizó el escenario de un terreno arrendado para ilustrar las reacciones del pueblo de Israel hacia Dios y sus mensajeros. La parábola puede ser muy bien analizada en distintos planos y contextos, cosa que no haremos en esta breve reflexión. La propuesta en esta ocasión es enfocar las palabras de Jesús en su propia explicación y aplicación del cuento.</p><p>Jesús dirigió estas fuertes palabras al liderato religioso de su tiempo, el cual, según el testimonio de los Evangelios, eventualmente conspiró con las autoridades imperiales para asesinarlo: <i>“Por tanto les digo, que el reino de Dios les será quitado a ustedes, para dárselo a gente que produzca los frutos que debe dar”</i> (v. 43).</p><p>Nunca deja de asombrarme el hecho de que cuando Jesús pronunciaba palabras duras, no lo hacía contra las personas a las que su sociedad tildaba de “pecadoras”, sino contra aquellas que representaban la religión organizada: aquellas que se preocupaban más por los dogmas y tradiciones que por el bienestar integral del ser humano. Esos religiosos son los que quedan retratados en la alegoría de los labradores “malvados”: simplemente son gente que no produce “los frutos que debe dar.”</p><p>Veinte siglos después seguimos observando las mismas actitudes en la gente que alardea de su devoción a Dios. Encumbrados en sus pedestales de “superioridad moral” despotrican constantemente contra aquellos a quienes llaman “pecadores”, “desviados”, e “inconversos”. En la punta de su lengua siempre tienen una palabra condenatoria contra quienes no viven según sus conceptos de santidad e ideales de ortodoxia. No pierden oportunidad para emitir críticas y juicios —como lo hacían los religiosos en tiempos de Jesús—contra los “publicanos y pecadores”.</p><p>La parábola de Jesús nos confronta con la realidad de la religiosidad tóxica, llena de mucha doctrina y mucha adoración, pero muy vacía de misericordia y compasión. Sus palabras son una advertencia al cristianismo de hoy, así como lo fueron al fariseísmo de ayer: <i>“el reino de Dios les será quitado a ustedes, para dárselo a gente que produzca los frutos que debe dar”</i>. Sus pronunciamientos nos recuerdan que a Dios no le interesan las bocas que repiten versos bíblicos a granel, sino los corazones que practican la justicia y el amor —particularmente hacia las personas vulnerables y rechazadas. En última instancia esos son los frutos que debemos dar. Es así como se manifiesta el reino de Dios.</p><div><b>Soli Deo Gloria.</b></div><div><b><br /></b></div><div>(27mo domingo del tiempo ordinario / Propio 22 - Ciclo A)</div>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-30475991864117441412023-07-30T06:00:00.001-04:002023-07-30T06:00:00.144-04:00Evidencia del amor<p><a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=genesis+29.15-28&version=RVC&interface=print" target="_blank">Génesis 29.15-28, RVC</a></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhG-ybRcD9P3KOhvJBEMpteFwDhin3eHBH-6zTBJC_EenS8yPSYMMwBUVDlrWA4LpJDiEaItDm7bpC1CKDEAFs3ksX6fNyy3UNjHyIli3Fm_dOMxn4W0JOZzvvyfPTMeIiF5kXx79TIOsNhbwSaGOzY9VtcggMXNW9kxLaItiul6JJs3mEJRaxs_PE_eno-/s1900/4326158.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1264" data-original-width="1900" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhG-ybRcD9P3KOhvJBEMpteFwDhin3eHBH-6zTBJC_EenS8yPSYMMwBUVDlrWA4LpJDiEaItDm7bpC1CKDEAFs3ksX6fNyy3UNjHyIli3Fm_dOMxn4W0JOZzvvyfPTMeIiF5kXx79TIOsNhbwSaGOzY9VtcggMXNW9kxLaItiul6JJs3mEJRaxs_PE_eno-/s320/4326158.jpg" width="320" /></a></div><p></p><p>Hoy continuamos nuestra travesía por la historia de Jacob (las dos reflexiones previas pueden ser leídas <a href="http://www.presbyonline.org/2023/07/la-tirania-de-lo-inmediato.html" target="_blank">aquí</a> y <a href="http://www.presbyonline.org/2023/07/date-cuenta.html" target="_blank">aquí</a>). Recordemos que el nombre “Jacob”, por la semejanza del sonido, es relacionado con el verbo hebreo que significa “hacer trampa” o “suplantar”. En los capítulos 25 y 27 de Génesis observamos a Jacob haciendo gala de su nombre: haciendo trampas y suplantando a su hermano para quedarse con los derechos de la primogenitura. </p><p>La presente narración nos muestra a Jacob entrando en contacto con su tío Labán, con quien también tendría una relación accidentada y marcada por las trampas y los engaños. No voy a entrar en los detalles de la trama. Me limito a decir que el tramposo fue víctima de una trampa por parte de su tío, quien aparentemente tenía más experiencia y sagacidad en esto de timar a la gente.</p><p>Vale señalar que se trata de una narración muy antigua, que refleja los valores de sociedades nómadas patriarcales y polígamas, y no vamos aquí a juzgar sus tradiciones según los criterios de la sociedad occidental del Siglo 21. Era costumbre para un pretendiente ofrecer un pago o compensación al padre de la novia. Así que, como condición para casarse con Raquel (hija de Labán), Jacob tuvo que trabajar para su futuro suegro durante siete años. </p><p>La trama se complica más adelante, pero –más allá de los enredos de esta historia– hay un comentario en la narración que quiero acentuar: <i>“Así fue como Jacob <b>trabajó siete años</b> por Raquel; pero le parecieron unos cuantos días, porque la amaba”</i> (Génesis 29.20). No uno, no tres ni cinco, sino ¡siete! Fueron siete años de ardua labor, no en la comodidad de una oficina con aire acondicionado y los beneficios de la tecnología moderna, sino en el campo, con los percances propios de quien cuida rebaños de ovejas. Un importante detalle para tener en cuenta es que Jacob no era un hombre de experiencia en el campo, como su hermano Esaú. Jacob se crió como lo que en nuestro tiempo algunos llamarían despectivamente un “mama’s boy” – cosa que añade peso a las penurias, desafíos y ajustes que Jacob tuvo que enfrentar durante esos siete largos años.</p><p>Leamos nuevamente la observación: <i>“Así fue como Jacob trabajó siete años por Raquel; <b>pero le parecieron unos cuantos días, porque la amaba.</b>”</i></p><p>En una historia caracterizada por las intrigas, engaños y trampas, encontramos aquí un destello de virtud que nos debe inspirar a reflexionar: Cuando se ama, lo que se hace por la persona amada no se considera como una pesada carga. El amor genuino se manifiesta en gozosa dedicación, entrega y desprendimiento. Quien vive ensimismado, contabilizando sus “obligaciones” y considerándolas como “sacrificios” se pierde la bendición de ese amor que hace que todo lo demás valga la pena. El amor verdadero se da por completo, no se limita ni se calcula. </p><p>Ahora bien, si un tipo como Jacob fue capaz de semejante compromiso por el ser amado, ¡cuánto más el amor de Dios! Bien lo testifican las reconocidas palabras del Evangelio Según Juan: <i>“…de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado…”</i> (3.16). Queda entonces, para nuestra consideración, lo siguiente: ¿Qué estamos dispuestos a dar o hacer por amor? ¿De qué maneras nuestras acciones concretas son y serán evidencia del amor verdadero?</p><p>Soli Deo Gloria.</p><p>(Decimoséptimo domingo del tiempo ordinario)</p><p><br /></p>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-83027672522968441002023-07-23T06:00:00.001-04:002023-07-23T06:00:00.142-04:00Date cuenta<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-fA4AqLorEtVOdNTPLzxagwsuRpUBLEfJ3JJzKE7bvB6D-rAxOwd9E7cR2QEaNFKdqIcqQbTqIKOw-Zdbj_-vxaGq96GgG1XD1q_1gdefjKbYK0unU5bdag6x6QWNFjtW2QXlCx_-tFR6bAV5fFIyrdVVJosAKIWCpGEfPYttHjYvP_T3WhdnfNHQvQrv/s1000/dreamofwonder_mockupdried.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1000" data-original-width="1000" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-fA4AqLorEtVOdNTPLzxagwsuRpUBLEfJ3JJzKE7bvB6D-rAxOwd9E7cR2QEaNFKdqIcqQbTqIKOw-Zdbj_-vxaGq96GgG1XD1q_1gdefjKbYK0unU5bdag6x6QWNFjtW2QXlCx_-tFR6bAV5fFIyrdVVJosAKIWCpGEfPYttHjYvP_T3WhdnfNHQvQrv/s320/dreamofwonder_mockupdried.jpg" width="320" /></a></div><br /><a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=genesis+28%3A10-19&version=RVC&interface=print" target="_blank">Génesis 28:10-19 RVC</a><p></p><p><i>Cuando Jacob despertó de su sueño, dijo: «Realmente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía.»</i> (Génesis 28:16)</p><p>Recientemente estaba leyendo un libro donde el autor utilizó la frase “gigantes de la fe” para referirse a los personajes bíblicos. Como comenté en un ensayo anterior [<i><a href="http://www.presbyonline.org/2023/07/la-tirania-de-lo-inmediato.html" target="_blank">La tiranía de lo inmediato</a></i>], me resisto a utilizar expresiones como “héroes de la Biblia” para identificar sus personajes: en primer lugar, porque este tipo de expresión empaña el hecho de que se trataba de gente como cualquiera de nosotros; y, en segundo lugar, porque sus acciones (como en el caso de Jacob) distan mucho de ser ejemplos de integridad. </p><p>La narración que hoy nos ocupa presenta a Jacob huyendo de su hermano Esaú, luego de haber concretado una artimaña que lo despojó de sus derechos como primogénito. Lo que parecía ser una movida sagaz de su parte, tuvo como consecuencia el quebrantamiento de la familia. Jacob (“el suplantador”) logró su objetivo de obtener la “bendición” de la primogenitura, pero, por lo que leemos en el resto de los capítulos dedicados a su historia, sus relaciones interpersonales y familiares estaban lejos de ser una experiencia feliz.</p><p>La compasión divina va más allá de nuestros traspiés y malas decisiones, cosa que queda evidenciada en la aparición de Dios a Jacob en medio de su sueño (vv. 12-15). La visión de la escalera que conectaba el cielo y la tierra y la voz divina afirmando la promesa de bendición para Jacob viene a ser una metáfora de la incomprensible gracia que Dios nos ofrece más allá de nuestras virtudes y defectos. Y aquí quiero resaltar el término “incomprensible” por la simple razón de que los amores humanos están usualmente condicionados por los méritos, la reciprocidad o el interés. No obstante, las Escrituras Sagradas evidencian una y otra vez que el amor divino juega con reglas que desafían nuestro sentido común.</p><p>Mucho más pudiera escribirse sobre los símbolos del sueño de Jacob y sobre las dinámicas familiares que lo llevaron a convertirse en prófugo de su propio hermano. Sin embargo, quiero enfocar nuestra atención en la reacción de Jacob al despertar. Indica el verso 16 que Jacob dijo: <i>“Realmente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía”</i>. </p><p>La frase “y yo no lo sabía” amerita un comentario sobre el estado de nuestra conciencia en la vida cotidiana. ¡Cuánto nos perdemos al no estar alertas y conscientes de nuestro entorno! Vivimos a toda prisa sin pausar para procesar lo que estamos experimentando. La sobrecarga de nuestras agendas y la velocidad de los acontecimientos nos arrastran como un río crecido y alocado donde no hay lugar para la serenidad, la calma y la reflexión. Llevamos una vida automatizada donde no hay oportunidad natural para la atención plena, o como se le llama en algunos círculos, el “mindfulness”. Según indican varios estudiosos de la comunicación, la capacidad de atención del ser humano es cada vez más limitada. Vivimos en un contexto donde los medios sociales y publicitarios libran una batalla sin precedentes para captar nuestra (muy corta) atención. Los servicios “gratuitos” que ofrecen las plataformas como Facebook, Instagram y similares, no son tan “gratuitos” como creemos. Grandes corporaciones están pagando enormes sumas de dinero para mantener nuestra atención cautiva mientras nos bombardean con mensajes implícitos y explícitos que nos llevan a gastar nuestros pocos recursos en cosas que no necesitamos. Y así seguimos desplazándonos de pantalla en pantalla — con un click del mouse en la computadora o con el dedo en el “smartphone” — atendiéndolo todo sin atender nada. ¡Ojalá podamos romper las cadenas de la vida acelerada y estresante para prestar atención plena a lo que es realmente importante y valioso! </p><p>Al despertar de su sueño, Jacob identificó aquel lugar como <i>“casa de Dios y puerta del cielo”</i> (v. 17). Habiendo crecido en el contexto de la iglesia cristiana, desde que tengo memoria recuerdo haber escuchado esta expresión para referirse principalmente al templo: el edificio era identificado como la “casa de Dios”. Es interesante observar que la experiencia de Jacob no ocurre en un templo luego de varios rituales, luego de repetidas oraciones, ni luego de pasar horas en un lugar con pantallas gigantes, efectos especiales de luces y humo, con ojos cerrados y manos levantadas al ritmo hipnótico de una banda que entona canciones de “alabanza y adoración”. Dios sale al encuentro de Jacob en el momento de su fracaso familiar, en medio de su huida, en un lugar solitario y carente de toda comodidad. Allí Dios le dice “Date cuenta de que yo estoy contigo” (28:15). Dios se hace presente en el lugar menos esperado; se hace presente en medio del miedo y el cansancio; se hace presente en el corazón de la incertidumbre y la ansiedad; se hace presente en el llanto y el dolor; se hace presente en el rostro enjuto de quien nos pide ayuda en su necesidad. Cualquier lugar, tiempo y circunstancia puede convertirse en “casa de Dios y puerta del cielo” si pausamos y prestamos atención plena.</p><p><i>“Date cuenta de que yo estoy contigo”</i> son palabras oportunas que hoy podemos atesorar.</p><p>Soli Deo Gloria.</p><p><br /></p><p>____</p><p>Crédito por la ilustración: <i>“Dream of Wonder”</i> por Lisle Gwynn Garrity <a href="https://sanctifiedart.org/poster-prints/dreamofwonder">https://sanctifiedart.org/poster-prints/dreamofwonder</a> </p><p>(Decimosexto Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo A)</p>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-25700069783322708412023-07-16T06:00:00.006-04:002023-07-16T06:00:00.137-04:00La tiranía de lo inmediato<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXJ5ld7_98d_G26R9hSYYe-h3XKW7G-tLfh5EVr2t93y3pGGfNlI6uWF9h2_OK8kQmNH9vNxtwyq6pOtmkgXAbgZOeAUxUYo0TmYwpQ6FziNHEKja6MLE212NBTcB_VQj-BCpTNEAqkX1pCGdk4fP2tdpgawociE0TWF0z-b241Xn-poHuDolLzLIjj5LZ/s1920/wallpaperbetter.com_1920x1080.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1080" data-original-width="1920" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXJ5ld7_98d_G26R9hSYYe-h3XKW7G-tLfh5EVr2t93y3pGGfNlI6uWF9h2_OK8kQmNH9vNxtwyq6pOtmkgXAbgZOeAUxUYo0TmYwpQ6FziNHEKja6MLE212NBTcB_VQj-BCpTNEAqkX1pCGdk4fP2tdpgawociE0TWF0z-b241Xn-poHuDolLzLIjj5LZ/w640-h360/wallpaperbetter.com_1920x1080.jpg" width="640" /></a></div><br /> <a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=Genesis+25%3A27-34&version=RVC&interface=print" target="_blank">Génesis 25:27-34, RVC</a><p></p><p><i>“Entonces Jacob le dio a Esaú pan y el guiso de lentejas, y Esaú comió y bebió; luego se levantó y se fue. Así fue como Esaú menospreció la primogenitura.”</i> (Génesis 25:34)</p><p>Las Escrituras Sagradas están repletas de historias que retratan la experiencia humana con toda la variedad de sus manifestaciones. En algunos círculos religiosos se utiliza la expresión “héroes de la Biblia” para referirse a muchos de sus personajes. Sin embargo, esta manera de identificarles suele distanciarnos del hecho de que se trataba de gente como cualquiera de nosotros, con más momentos “normales” que hazañas “heroicas”. </p><p>La narración que hoy nos ocupa es tan solo un episodio en una saga mayor: la historia de los hijos de Isaac (Génesis 25.19). Uno de ellos se llamaba “Esaú”, el cual gozaba de ciertos derechos reservados para el primogénito (el primero en nacer). El otro se llamaba “Jacob”, quien eventualmente sería conocido como “Israel”, el patriarca del pueblo hebreo. Los nombres en las narraciones bíblicas juegan un papel importante, ya que muchas veces reflejan algún aspecto de la personalidad o el carácter del individuo. “Jacob” quiere decir “el que toma por el talón” o “el suplantador” — algo que repetidas veces se manifiesta en este capítulo y los siguientes. </p><p>Aquí observamos a Esaú, regresando muy cansado y hambriento luego de un día en el campo encontrarse con Jacob, quien recientemente había preparado un guiso. Jacob aprovechó la oportunidad para requerir de Esaú algo que desde nuestra distancia histórica nos pudiese parecer absurdo: su primogenitura a cambio de un pedazo de pan y un plato de lentejas. Esaú accedió sin ponderar las consecuencias, cosa que, como veremos en capítulos siguientes, le costó muy caro, no solo a él, sino a toda su familia y también a las generaciones siguientes.</p><p>Muchas lecciones pueden surgir de este acontecimiento, pero hay una que particularmente llama mi atención: el intercambio de lo que es valioso, por aquello que no lo es (aunque lo parezca). Tomar decisiones a la ligera, sin considerar los posibles escenarios a corto y largo plazo, es algo que constantemente nos mete en problemas. El mundo actual nos lleva a vivir a toda prisa, de forma superficial, sin ponderar resultados, obrando de forma reactiva más que de forma proactiva. ¿Podía sobrevivir Esaú si no comía el guiso de lentejas? Con toda seguridad sí, pero el deseo de atajar su hambre al instante pudo más que la sensatez de esperar un poco y retener aquello que era más importante: la primogenitura, es decir, sus derechos como hijo mayor.</p><p>Nuestra sociedad de consumo nos enseña, o más bien, nos condiciona a creer que nuestros deseos son necesidades y nos acostumbra a la gratificación inmediata. La paciencia y el buen juicio son virtudes que van quedando en desuso en tiempos en que la mayoría de las situaciones se atienden con un “click” de la computadora o del teléfono “inteligente”. La prisa se convierte en un factor tiránico cuyos efectos son cada vez más agobiantes y perjudiciales a la paz mental y el bienestar integral. Por eso es menester pausar, considerar opciones, poner en balanza posibles resultados y ponderar lo que es realmente importante y valioso versus aquello que parece importante, pero a la larga no lo es. No cometamos el mismo error que Esaú, quien cayó en la trampa del “suplantador”. Dejemos atrás la tiranía de lo inmediato, rompamos las cadenas de la superficialidad, y demos paso al discernimiento del Espíritu de Dios que nos conduce a una vida sensata, libre y plena.</p><p><b>Soli Deo Gloria.</b></p><p><br /></p><br /><p style="text-align: left;">(Decimoquinto Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A)</p><p style="text-align: left;">Créditos de la imagen: www.walpaperbetter.com</p>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-53381226801957524792023-07-02T14:45:00.000-04:002023-07-02T14:45:22.686-04:00Colmado de bienes<p style="text-align: left;"><i></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBIVYiT7RKY80ZQMrx2X95XG1CnbmP_llZsnuuEh46wTX_B47F59Iqr5kY8Wx3_oJ-JoNKwTaflMgCfQ3fnjPleFuhWuMJ3KXEfWVEXcB-UsTA-zE2kwWgZKEsr8xTHzGroZtYMqsRmmly5gX83HjxDT29M_La0k581XQyXUvd5uHVzWN45UTWl5nHpWbr/s4080/IMG_20230628_183831376.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4080" data-original-width="2296" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBIVYiT7RKY80ZQMrx2X95XG1CnbmP_llZsnuuEh46wTX_B47F59Iqr5kY8Wx3_oJ-JoNKwTaflMgCfQ3fnjPleFuhWuMJ3KXEfWVEXcB-UsTA-zE2kwWgZKEsr8xTHzGroZtYMqsRmmly5gX83HjxDT29M_La0k581XQyXUvd5uHVzWN45UTWl5nHpWbr/s320/IMG_20230628_183831376.jpg" width="180" /></a></i></div><i><br />“Mas yo en tu misericordia he confiado; mi corazón se regocijará en tu salvación. Cantaré al Señor, porque me ha colmado de bienes.”</i><p></p><p>Estas palabras provienen del Salmo 13, versos 5 y 6 en la traducción de <a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=salmo+13&version=LBLA&interface=print" target="_blank">La Biblia de Las Américas</a>. El Salmo 13 no es desconocido para la cristiandad. Si llevamos tiempo en el camino cristiano, seguramente habremos escuchado alguna vez este poema que comienza con una serie de preguntas un tanto perturbadoras (v. 1):<i> “¿Hasta cuándo, oh Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro?”</i> Desde hace muchos años este Salmo ha tenido particular significación para mí. Es un recordatorio de que la vida no es un camino de hermosas flores y bellas mariposas. Hay momentos felices y hermosos, ¡claro que sí! Pero también hay periodos de gran sufrimiento, dolor e incertidumbre –indistintamente de las creencias religiosas o la “cantidad” de fe que podamos tener. <i>“¿Hasta cuándo, oh Señor?”</i> es la pregunta que surge naturalmente cuando la vida nos golpea y nos sigue golpeando de múltiples maneras. Justo cuando pensamos que las circunstancias no pueden empeorar, la vida nos sorprende con su creatividad para agobiarnos un poco más. De ahí que lo único que adecuadamente pueda manifestar el sentimiento de angustia es un grito de <i>“¡¿Hasta cuándo?!”</i> </p><p>Cuando observamos cuidadosamente el Salmo 13, notamos que el autor no pretende ofrecer una respuesta mágica, ni brindar soluciones rápidas que milagrosamente hagan desaparecer aquello que le aqueja, sino que, habiendo presentado su caso ante Dios, decide en qué concentrará su atención: su foco no permanecerá en el dilema, sino en el acompañamiento divino en medio de sus complicadas circunstancias. Sus inquietudes no son eliminadas ni negadas, sino que trae a su consideración el favor divino que le sostiene y le fortalece al atravesar el tiempo difícil. La tristeza no será eterna, asegura convencido: <i>“mi corazón <b>se regocijará </b>en tu salvación”</i>. Lo que le espera no es una alegría superficial y pasajera, sino un profundo sentido de felicidad plena.</p><p>Por lo hasta aquí expresado, el Salmo 13 es para mí fuente de inspiración, particularmente en momentos de gran pesar. No obstante, al releerlo hoy, hubo una frase que acaparó mi atención: <i>“Cantaré al Señor, porque me ha colmado de bienes”</i> (v. 6). La expresión <i>“colmado de bienes”</i> implica abundancia, plenitud, saciedad. Si ustedes han seguido mis publicaciones y sermones en los pasados años, se habrán percatado que mi relación con los “bienes” ha ido cambiando paulatinamente. (Sobre ello pueden leer mi reflexión <i><a href="http://www.presbyonline.org/2022/07/aligerando-el-equipaje.html" target="_blank">Aligerando el equipaje</a></i>) Como cualquier otra persona, mi programación social es el resultado del bombardeo mediático de que “más es mejor”. Por eso nos esforzamos tanto en tener los recursos financieros que aseguren nuestro poder adquisitivo. Por eso hay padres y madres que le dan a su prole todo cuánto piden, “que no les falte nada, para que no carezcan de las cosas que no tuvimos en nuestros tiempos.” Por eso nos acostumbramos a vivir endeudándonos hasta los dientes. Por eso ocurren las estampidas humanas en los comercios durante el “viernes negro”... Y así seguimos en ese torbellino de adquirir y acumular, y acumular, y acumular, y seguir acumulando cosas, y acumular un poco más.</p><p>Durante todo este tiempo he ido poco a poco incursionando en la filosofía del minimalismo, que no es otra cosa que deshacerse de todo aquello que es innecesario, y que no ayuda al desarrollo de la vida para la cuál fuimos creados. Ya he perdido la cuenta de la cantidad de cosas que he donado, regalado, o simplemente desecho –no vale la pena contabilizarlo, particularmente por el sentido de alivio que produce “soltar el lastre” de la acumulación. En este camino he (re)aprendido que las cosas que realmente importan, no son “cosas”, no son tangibles, no son “bienes” en el sentido usual de la palabra. Cuando el salmista dice <i>“el Señor... me ha colmado de bienes”</i> no está hablando de grandes casas, lujosos autos, dinero, armarios repletos de ropa, relojes, colecciones o memorabilia. Los bienes más importantes en la vida no se pueden cuantificar en dólares y centavos. La satisfacción de dormir con la conciencia limpia; la buena relación con los seres amados; la esperanza y la convicción de la llegada del reino de Dios; el deleite en el canto de las aves que vuelan en libertad; el disfrute de la hermosura de una flor silvestre; la alegría de ayudar y servir; vivir en un espíritu de conformidad y gratitud: todos esos son ejemplos de bienes de valor incalculable.</p><p>Enfoquemos nuestra mente para apreciar los bienes con los que Dios nos ha colmado. Abramos nuestro corazón para percibir aquello que realmente importa en la vida. En medio de las circunstancias que nos hacen preguntar <i>“¿Hasta cuándo?”</i>, aprendamos, como el salmista, a <i>“cantar al Señor que nos ha colmado de bienes.”</i></p><p>Soli Deo Gloria.</p>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-40127640111087143842023-06-04T11:42:00.003-04:002023-06-04T16:45:57.632-04:00Amor y... punto.<p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgG1YHpwG463yFznh2vn2x33PD2rF-YhKY_vZkpOR01wQlpj9ini_6g13aK4bBFaXJxvMKiGpZA1Qv01raxsRCOPFd4RdW0zsY0CUCYS58ruhRQfi4F9rgMX2g9IzMfoPY5reqoMT1s7297I7WoqN4s0_BwcVsL-ZPhv7hOZIMHggG-Z6tPFZ9fDiyqrw/s1200/photo_2023-06-04_15-06-18.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="675" data-original-width="1200" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgG1YHpwG463yFznh2vn2x33PD2rF-YhKY_vZkpOR01wQlpj9ini_6g13aK4bBFaXJxvMKiGpZA1Qv01raxsRCOPFd4RdW0zsY0CUCYS58ruhRQfi4F9rgMX2g9IzMfoPY5reqoMT1s7297I7WoqN4s0_BwcVsL-ZPhv7hOZIMHggG-Z6tPFZ9fDiyqrw/w640-h360/photo_2023-06-04_15-06-18.jpg" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Arte gráfico por Rev. Marissa Galván-Valle.</td></tr></tbody></table><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br /> <i>“Cuando yo era niño, mi manera de hablar y de pensar y razonar era la de un niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé atrás las cuestiones típicas de un niño. Ahora vemos con opacidad, como a través de un espejo, pero en aquel día veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero en aquel día conoceré tal y como soy conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor. Pero el más importante de todos es el amor.”</i> (1 Corintios 13.11-13, RVC)<p></p><p>Recientemente publiqué en redes sociales la bandera multicolores en apoyo al reconocimiento de la dignidad de las personas de la comunidad lgbtq+ (o «comunidad cuir», como se dice en Español). No había pasado mucho tiempo cuando uno de mis contactos reaccionó escribiendo un comentario condenatorio amparándose en la trillada frase “la palabra (i.e. la Biblia) es clara...” Comprendo el lugar desde donde la persona escribió: yo también estuve allí hace muchos años. Yo consideraba a las personas de sexualidad diversa como “pecadores” y “degenerados”. Desde mi propio pedestal de sincera santurronería autocomplaciente les miraba con aires de superioridad moral, ya que —según lo que “siempre” me habían enseñado y según lo que yo repetía sin cuestionar— la única orientación genuina es la heterosexual: cualquier otra cosa es una desviación perversa. Yo también hacía chistes y me burlaba de hombres con ademanes afeminados y les llamaba con adjetivos despectivos. Y todo, por la simple razón de que “yo estoy bien y ellos están mal.”</p><p>No fue hasta que regresé al quehacer académico de los estudios graduados —incluyendo disciplinas como la teología, psicología, medicina y sexualidad, entre otras— que tuve que reconsiderar, deconstruir, revisar y replantear mis posturas a la luz del nuevo conocimiento. Me arrepentí del daño que hice a otras personas a través de mis años de religiosidad farisaica, públicamente reconocí mi error <a href="http://www.presbyonline.org/2012/09/les-pido-perdon.html" target="_blank">pidiendo perdón</a>, y me comprometí a observar de cerca las actitudes de Jesucristo (no de los cristianxs) como modelo a seguir en todas mis relaciones. Jesucristo abrió sus brazos a las personas que la religiosidad de su tiempo rechazaba como “impuras”. Jesucristo enseñó y practicó el amor como regla suprema en las relaciones con lo divino y lo humano. Jesucristo priorizó el bienestar de la persona por encima de cualquier tradición y dogma. Si nos hacemos llamar “cristianas” o “cristianos”, entonces nuestro norte debe ser siempre actuar como Jesucristo.</p><p>Maya Angelou es acreditada con la siguiente frase: <i>“Do the best you can until you know better. Then, when you know better, do better.”</i> (Haz lo mejor que puedas hasta que sepas algo mejor. Entonces, cuando sepas algo mejor, hazlo.) De eso se trata el crecimiento y la maduración: <i>“When you know better, do better”. </i></p><p>En los tiempos en que el apóstol Pablo escribió su primera Carta a los Corintios, a la gente de la iglesia le preocupaba, entre otras cosas, hacer distinciones según los carismas espirituales que tuvieran, cuidar la pureza dietética (cuáles alimentos eran o no ritualmente puros), y observar minuciosamente las fiestas y días sagrados. Todo esto les llevaba a exaltar algunas personas en la comunidad y menospreciar a otras. Pablo escribió una extensa carta donde intentó atender y corregir pastoralmente dichas situaciones conflictivas. Su argumentación alcanza el clímax al incluir el himno al amor: <i>“Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal resonante, o címbalo retumbante...”</i> (ver capítulo 12.31 – 13.8). En los versos siguientes Pablo hace hincapié en la transitoriedad del conocimiento. El conocimiento es algo provisional, algo que evoluciona. En la tercera década del Siglo 21 sabemos cosas que en la época pre-científica del Primer Siglo se desconocían. Hoy, por ejemplo, sabemos que la orientación sexual no supone elección (por eso es incorrecto utilizar el término “preferencia sexual”). Hoy sabemos, además, que la sexualidad humana no es un binario, sino un continuo. Y sabemos también, sobre predisposiciones genéticas: entretejidas en el ADN. </p><p>Pablo mostró apertura al crecimiento y la madurez: no está bien hablar, pensar, y razonar como infantes si ya hemos llegado a la adultez. ¿Seremos capaces de madurar y crecer? ¿Seremos capaces de reconocer que el conocimiento se transforma? ¿Seremos capaces de aceptar que nuevos descubrimientos y nueva evidencia requiere reconsiderar y reformular lo que dábamos por sentado? Por ejemplo: en el Primer Siglo se atribuía a la influencia demoniaca lo que hoy conocemos como epilepsia; en nuestros tiempos se ayuda a la persona epiléptica con tratamientos médicos, no con exorcismos.</p><p>Ahora bien, indistintamente de la transitoriedad del conocimiento (<i>“Ahora vemos con opacidad, como a través de un espejo...”</i>, v. 12), Pablo afirma tres cosas que son permanentes (v. 13): <i>“la fe, la esperanza y el amor. Pero el más importante de todos es el amor.”</i> Ojalá tengamos la apertura y la humildad de renunciar a nuestros prejuicios arrogantes para dar paso al amor como ente fundamental de la vida, el <i>“</i><i>camino aun más excelente</i><i>”</i> (12.31).</p><p>Soli Deo Gloria.</p>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-62401583611559529872023-05-28T08:59:00.003-04:002023-05-28T09:39:42.590-04:00¡Que todo el pueblo del Señor fuera profeta!<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1HIffGxzoS5-qApvvqBxK4H7pO6HNhzGhseEc8kOkgbyW9U_bMeApgFr3zgJyHPJvOJ9aaZ-Dbv6HyYYGbBnFOpexnS61y0eLW5bLZgssBOAju8V6YJksIHKCnR5Yv2kItzFqTEKAbUVQIAsh3pWHAV417P2CcBgMBTHYaCN3ptW3e1PD2103E8nOWw/s1080/socialize-with-the-right-people-1080x675.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="675" data-original-width="1080" height="250" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1HIffGxzoS5-qApvvqBxK4H7pO6HNhzGhseEc8kOkgbyW9U_bMeApgFr3zgJyHPJvOJ9aaZ-Dbv6HyYYGbBnFOpexnS61y0eLW5bLZgssBOAju8V6YJksIHKCnR5Yv2kItzFqTEKAbUVQIAsh3pWHAV417P2CcBgMBTHYaCN3ptW3e1PD2103E8nOWw/w400-h250/socialize-with-the-right-people-1080x675.png" width="400" /></a></div><p><a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=N%C3%BAmeros+11%3A24-30&version=RVC&interface=print" target="_blank">Números 11.24-30</a>, RVC</p><p> De cara a la celebración del Día de Pentecostés resulta interesante este texto que tenemos ante nuestra consideración.</p><p> Cuenta el capítulo 11 de Números que el pueblo de Israel en el desierto comenzó a quejarse del maná (pan del cielo) que Dios le proveía para su alimentación en el desierto. La gente querían comer carne y llegó a afirmar que estaba mejor en sus tiempos de esclavitud en Egipto. </p><p> Toda esta crisis provocada por el mal agradecimiento del pueblo, la narración bíblica, acarreó la ira divina y el disgusto y frustración de Moisés, quien se quejó ante Dios por haberlo puesto frente a semejante pueblo: <i>«¡Yo solo no puedo soportar a todo este pueblo! ¡Me es una carga demasiado pesada! Si así me vas a tratar, voy a agradecerte que me mates. Y si acaso merezco tu favor, ¡no me dejes ver mi propia desgracia!»</i> (11.14-15).</p><p> Dios brindó dos respuestas al dilema de Moisés. En segundo lugar, Dios decidió enviarle al pueblo carne (de codorniz) hasta que les salga <i>«por las narices»</i> (v. 20), por haber añorado la esclavitud en Egipto, rechazando de este modo el amoroso cuidado de Dios.</p><p> Y en primer lugar, Dios mandó a Moisés a buscar setenta ancianos para dividir la carga pesada de la dirección del pueblo y repartir entre ellos una porción del Espíritu que Dios había puesto sobre él (i.e., Moisés).</p><p> Cuando los ancianos estaban reunidos alrededor del tabernáculo (la gran carpa que servía de santuario), cuenta la narración que el Espíritu <i>«posó en ellos»</i>, y profetizaron (v. 25).</p><p> Dos de los ancianos no se habían presentado en el tabernáculo, pero sobre ellos también “se posó” el Espíritu y profetizaban en el campamento. Esto provocó la indignación de Josué, quien le pidió a Moisés que impidese lo que estaba ocurriendo, a lo que Moisés respondió: <i>«¿Acaso tienes celos por mí? ¡Cómo quisiera yo que todo el pueblo del Señor fuera profeta! ¡Cómo quisiera yo que el Señor pusiera su espíritu sobre ellos!»</i> (v. 29).</p><p> Este incidente tiene mucho que enseñarnos hoy. <b>Profeta</b> es quien habla en lugar de Dios o en nombre de Dios (GR <i>“profetés”</i>). Generalmente pensamos que eso de hablar en nombre de Dios o “profetizar” es asunto del ministro o de personas sumamente “especiales” o hasta fuera de lo común. Pero a la luz de la Escritura, esto no necesariamente tiene que ser así.</p><p> La palabra que aquí se traduce como “profeta”, viene del término hebreo <i>“naabí”</i>, que significa “el que testifica”, es decir, quien cuenta las cosas maravillosas que Dios ha hecho. Y eso, es labor de todas las personas creyentes: ¡ojalá todo el pueblo de Dios fuese profeta! ¡ojalá que todas y todos fuesen testigos de Dios!</p><p> ¡Dios nos llama para que seamos sus profetas en medio de nuestra comunidad! ¡Todas y todos podemos “profetizar”!</p><p> En una ocasión, mi peluquera estaba bastante asustada porque en su comunidad de fe le pidieron predicar un domingo y esto la tenía bastante intranquila y asustada. A la semana siguiente la vi y le pregunté cómo le había ido. Ella, muy sonriente y serena, me comentó: “identifiqué un texto bíblico que significa mucho para mí (<i>“buscad primeramente el reino de Dios...”</i>), lo relacioné con mi experiencia y le conté a la iglesia las cosas que Dios ha hecho por mí”. Ella se había convertido en “profeta del Señor”.</p><p> ¿Tienes algo que contar? El Señor nos llama para que seamos sus profetas. Y con tal propósito nos da su Espíritu amoroso y compasivo sin medida ni restricciones, en abundancia, tal como lo expresan las palabras de Jesús en el Evangelio Según Juan: <i>«Del interior del que cree en mí, correrán ríos de agua viva, como dice la Escritura.»</i> (7:38).</p><p> Cuenta lo que Dios ha hecho por ti, testifica el amor divino en todo lugar donde estés –con tus palabras y con tus acciones. Tú también puedes ser profeta del Señor.</p><p><b>Soli Deo Gloria.</b></p><p>(Domingo de Pentecostés - Ciclo A)</p><p>960526</p>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-33473636708927046372023-05-07T10:36:00.003-04:002023-05-07T13:54:58.713-04:00Odiando en nombre de Dios<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7kHpc8mOrLTE8FwZ6WLY7xsE2XhJ_38HahfivioDtq8_uZFFtB5gHoN7dA1wxfWymHc442lYSxHBD7gT6Js-jxZBP_BrT1rLjtkAnLDyybznQEh0Oxwqrxx3GdgRXwj6xIrMqZ8hcAfzy-2jOfKA7S-md77zOjEvFrMSCssdEktiV8woyjH5Wc3VvnA/s600/depositphotos_40109493-stock-photo-funny-female-pastor-with-bible.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="391" data-original-width="600" height="261" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7kHpc8mOrLTE8FwZ6WLY7xsE2XhJ_38HahfivioDtq8_uZFFtB5gHoN7dA1wxfWymHc442lYSxHBD7gT6Js-jxZBP_BrT1rLjtkAnLDyybznQEh0Oxwqrxx3GdgRXwj6xIrMqZ8hcAfzy-2jOfKA7S-md77zOjEvFrMSCssdEktiV8woyjH5Wc3VvnA/w400-h261/depositphotos_40109493-stock-photo-funny-female-pastor-with-bible.jpg" width="400" /></a></div><br /> <a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=Hechos+7%3A55-60&version=DHH&interface=print" target="_blank">Hechos 7:55-60, DHH</a><p></p><p> <i>“Mientras lo apedreaban, Esteban oró, diciendo: ‘Señor Jesús, recibe mi espíritu.’ Luego se puso de rodillas y gritó con voz fuerte: ‘¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado!’ Habiendo dicho esto, murió.”</i> (Hechos 7:59-60).</p><p> Recientemente ha estado circulando por los medios un vídeo de la predicación de una pastora evangélica puertorriqueña. El mismo ha causado revuelo por estar saturado de expresiones racistas, clasistas y homofóbicas, vociferadas en un aire de prepotencia y violenta arrogancia. (No voy a colocar el vídeo aquí para no alimentar más el morbo colectivo). </p><p> En días siguientes hubo algunas expresiones públicas de otros líderes eclesiales en rechazo al mensaje compartido (más bien, gritado) por la pastora en cuestión. En verdad me alegra que hayan voces que se distancien de la susodicha predicación. Los discursos de odio tienen que ser rechazados y la violencia religiosa –abierta o implícita– tiene que ser repudiada. </p><p> El odio revestido de fe y religiosidad no es un mal nuevo. Es tan viejo como la humanidad misma. El capítulo 7 del Libro de Hechos de los Apóstoles nos muestra un ejemplo de este mal en los comienzos de la Era Cristiana. Allí se narra la ejecución de Esteban, uno de los primeros cristianos en ser nombrado al oficio del diaconado. La predicación de Esteban fue recibida con creciente agresión al punto de culminar en la violencia física que le provocó la muerte. Es impactante la manera en que el relato lo describe: <i>“Cuando oyeron estas cosas, se enfurecieron y rechinaron los dientes contra Esteban. ...se taparon los oídos y dando fuertes gritos se lanzaron todos contra él. Lo sacaron de la ciudad y lo apedrearon...”</i> (7.54, 57, 58).</p><p> Ahora bien, la narración bíblica menciona un detalle que no debemos ignorar: <i>“Y Saulo estaba allí, dando su aprobación a la muerte de Esteban”</i> (8.1). Unos son los que activamente ejercen la violencia, y otros son los que con su presencia silenciosa brindan su aprobación. A veces lo que no se dice habla tan fuerte como lo que se dice. Me resultó muy perturbador escuchar lo que aquella pastora gritaba desde su púlpito. Pero más me perturba la realidad de que ella simplemente se atrevió a decir públicamente lo que mucha gente cristiana cree y siente en silencio. Más aún, algunas de las expresiones de rechazo al discurso aluden al racismo manifestado, pero ni por equivocación rechazan la homofobia –porque en última instancia, es un “valor” que comparten con la predicadora. Son quienes al surgir el tema de la orientación sexual inmediatamente traen a colación la trillada frase de “Dios ama al pecador pero odia el pecado”. Son quienes se ofenden cuando se les señala su homofobia y dicen que “no odian a nadie”, que solo “desaprueban su conducta.” Son quienes disfrutan las participaciones artísticas de los cristianxs gays y trans en los cultos de adoración mientras mantengan en silencio su identidad –entonces hacen todo lo posible por marginarles y sacarles de la iglesia.</p><p> El pasaje bíblico que hoy consideramos trae a nuestra atención dos maneras de vivir la fe, dos formas de practicar la religión. Una es de los verdugos de Esteban (que por cierto, se las daban de ser gente muy devota). Esa manera comienza con algo tan “simple” como el rechazo que hace “rechinar los dientes”, pero puede escalar hasta algo tan complicado como la violencia y la agresión física. La otra manera es la de Esteban, que siendo atacado en palabra y acción mantiene su atención en el Señor que le enseñó a amar y perdonar hasta el último aliento de vida. Por cierto, no es casualidad que Esteban muere pronunciando las mismas palabras de Jesucristo en la cruz (Lucas 23.34, 46). Esteban había optado por el grito del amor y había rechazado los gritos del odio.</p><p> Se dice que “las palabras se las lleva el viento”. Pero la realidad es que las palabras son como semillas que caen en la mente de quienes las escuchan, y muchas veces allí germinan y dan frutos. Esos frutos pueden ser plantas que alimentan la vida, o espinas y abrojos que la consumen. Seamos prudentes en nuestro hablar. Los discursos de odio, maquillados de religiosidad, aunque sean pronunciados “en nombre de Dios”, siguen siendo fruto del odio humano que contradice la esencia misma del Dios que dicen predicar. Sean nuestras palabras semillas de amor que produzcan frutos (acciones) de amor.</p><p>Soli Deo Gloria.</p><p>(5to domingo de Pascua – Ciclo A)</p>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-20443684955648025512023-04-23T08:21:00.001-04:002023-04-23T08:46:27.563-04:00Teníamos la esperanza<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibNOXvicV6QnUtkQ1JMI7lgFXn2ekQnpqHSn6ZiUYxAp9XnbG2yYi1ABw68-5MQZ0oWUyby3t7y7gaPxvAXJ7M5xOIyBnWbKS7yzlpI9KX9Z9zAb4oACKM_-Y6cM-r9IylJdRwwujWeOs83VeVeNGZ7cHFiS7Y5N6t0JqROBs5Ney1vyH05DUQes_RXA/s700/camino_emaus.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="343" data-original-width="700" height="314" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibNOXvicV6QnUtkQ1JMI7lgFXn2ekQnpqHSn6ZiUYxAp9XnbG2yYi1ABw68-5MQZ0oWUyby3t7y7gaPxvAXJ7M5xOIyBnWbKS7yzlpI9KX9Z9zAb4oACKM_-Y6cM-r9IylJdRwwujWeOs83VeVeNGZ7cHFiS7Y5N6t0JqROBs5Ney1vyH05DUQes_RXA/w640-h314/camino_emaus.jpg" width="640" /></a></div><br />(<a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=Lucas+24.13-35&version=RVC&interface=print" target="_blank">Lucas 24.13-35, RVC</a>)<p></p><p>El pasaje que hoy te invito a leer y meditar contiene una de las narraciones más bellas de todas las Escrituras Sagradas. En él se cuenta la experiencia de unos discípulos de Jesús que iban caminando desde la ciudad de Jerusalén a una aldea llamada Emaús, el domingo siguiente a la tortura y ejecución de Jesucristo. La narración, no solo es hermosa, sino también muy profunda. No obstante, hoy quisiera concentrar nuestra atención en dos aspectos.</p><p>En primer lugar, observamos el nivel de desánimo de aquellos discípulos. Por lo que se desprende de la lectura, los podemos imaginar cabizbajos, caminando lentamente, casi arrastrando los pasos. No es muy difícil hacer esa imagen mental, pues también sabemos lo que se siente. Hemos caminado esa misma jornada a lo largo de nuestra vida. Incluso, tal vez tú o yo la estemos experimentando en estos días: esa jornada de lamento, tristeza y angustia caracterizada por la ausencia de ánimo para dar el próximo paso. </p><p>Uno de aquellos discípulos utilizó una frase que llega al corazón del asunto: <i>“nosotros teníamos la esperanza...”</i> (24.21) Lo que ellos esperaban <span style="font-family: Arial; font-size: 12pt; white-space: pre-wrap;">—</span>la liberación del pueblo de Israel de la opresión imperial romana<span id="docs-internal-guid-ba190460-7fff-1889-759f-4a6e872caa2c"><span style="font-family: Arial; font-size: 12pt; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">—</span></span> se vio desecha cuando aquel que ellos identificaban como el caudillo de la liberación fue injustamente arrestado y vilmente asesinado por el gobierno. De la misma manera transitamos arrastrando nuestros pasos cuando una y otra vez nuestras esperanzas se ven frustradas por los golpes de la vida. Tal vez no lo verbalizamos, tal vez no lo decimos públicamente, pero nuestro ser se siente de igual manera: <i>“nosotros teníamos la esperanza”</i>, pero ya no la tenemos.</p><p>En segundo lugar, la narración nos deja saber que, Jesucristo se apareció a aquellos dos discípulos en el camino, <i>“pero ellos no lo reconocieron”</i> (24.16). Esto, me parece, es una de las más grandes lecciones de este pasaje bíblico. Aunque en momentos no lo reconozcamos, el Señor camina a nuestro lado. Su presencia no depende de nuestra percepción. Su acompañamiento no depende de nuestro reconocimiento. Esta es una gran enseñanza que debemos atesorar para los momentos en que la vida nos es contraria, para los tiempos en que las dificultades nublan nuestro entendimiento, para las situaciones que atentan contra nuestra esperanza y nos hacen verla como cosa pasada. Los discípulos no lo reconocían, pero aún así el Señor caminaba con ellos.</p><p>De la misma manera el Señor nos acompaña en el camino: no solo en la vereda llena de flores, pajaritos y mariposas, sino también en el camino tormentoso, oscuro y difícil. Es allí donde la fe se hace indispensable. Es allí donde renace la esperanza. Tomemos, entonces, un tiempo para pausar la marcha, pedir al Señor que alimente nuestro agotado ser con el pan de la esperanza, y así reconocerlo en nuestro medio.</p><p>Soli Deo Gloria.</p>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-61271307046259534312023-04-16T22:02:00.002-04:002023-04-16T22:20:53.991-04:00El encargo<i><blockquote><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEju_XbbykdeubxbeAub8zg_jQkVxD9xloIeKSBcsP-afaHeyUN1rOUzGlkPgn_uZ5TyNnG3UN10n-CvfWyZ4CoV41YXOgR6rVZ--tUHyRZ-xmbzbNHOREMISSXXAeCtUnFErYge5en5FFpDgfwFtF4mfzk7WtcmZCjkJnsO3C2DUpqkrWYIbIFqRy1bZg/s1180/lamanodejesus.jpeg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="1180" height="217" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEju_XbbykdeubxbeAub8zg_jQkVxD9xloIeKSBcsP-afaHeyUN1rOUzGlkPgn_uZ5TyNnG3UN10n-CvfWyZ4CoV41YXOgR6rVZ--tUHyRZ-xmbzbNHOREMISSXXAeCtUnFErYge5en5FFpDgfwFtF4mfzk7WtcmZCjkJnsO3C2DUpqkrWYIbIFqRy1bZg/s320/lamanodejesus.jpeg" width="320" /></a></blockquote>La noche de ese mismo día, el primero de la semana, los discípulos estaban reunidos a puerta cerrada en un lugar, por miedo a los judíos. En eso llegó Jesús, se puso en medio y les dijo: «La paz sea con ustedes.» Y mientras les decía esto, les mostró sus manos y su cogoado. Y los discípulos se regocijaron al ver al Señor. Entonces Jesús les dijo una vez más: «La paz sea con ustedes. Así como el Padre me envió, también yo los envío a ustedes.» Y habiendo dicho esto, sopló y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo. A quienes ustedes perdonen los pecados, les serán perdonados; y a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados.»</i> (Juan 20:19-23, RVC)<p>Durante los domingos siguientes a la celebración de la resurrección de Jesucristo, la iglesia cristiana suele leer pasajes bíblicos relacionados con el tema. Ya sea alguna de las narraciones de los cuatro Evangelios, o algún pasaje de los demás documentos bíblicos, las lecturas de alguna manera contemplan el tema de la vida nueva que encontramos al enfocar nuestro camino en la ruta de la fe. Siguiendo dicha tradición, hoy leemos una porción de las narraciones del Evangelio Según Juan. </p><p>El texto nos ubica junto a los discípulos de Jesús, en el ocaso del día en que Jesús resucitó. Es natural que los discípulos sientan una mezcla de asombro, confusión y alegría, por lo cual Jesús toma medidas para evidenciar que se trata de él y no de un producto de la imaginación colectiva, maltrecha por los terribles acontecimientos de la tormentosa semana que han experimentado.</p><p>La presencia de Jesús en medio de ellos trae consigo paz: esa misma paz que necesitamos cuando atravesamos nuestros propios momentos de confusión y dolor, acompañados por múltiples preguntas que no encuentran contestación; esa misma paz que necesitamos cuando transitamos esos terribles episodios de incertidumbre y temor; esa misma paz que nos elude ante los sueños frustrados y planes quebrantados. Paz.</p><p>Jesús no solo trae paz, sino que también trae un encargo: <i>“Así como el Padre me envió, también yo los envío a ustedes” </i>(v 21). Vale notar que la narración nos indica que los discípulos se encontraban encerrados por miedo. Ahora las palabras de Jesús son un imperativo para salir del encierro. Son palabras que contienen todo el peso de un encargo divino: <i>“Así como el Padre me envió”</i>. Cabe entonces, considerar la pregunta ¿qué quiere decir Jesús con “así como el Padre me envió”? El propio Evangelio Según Juan, en sus primeros capítulos, nos ofrece la respuesta (3:17): <i>“Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.”</i></p><p>Al leer estas líneas no puedo evitar considerar las tantas ocasiones cuando quienes dicen seguir a Jesús hablan y actúan como si su vocación fuese evaluar la vida de las demás personas. Se conducen con actitud arrogante, profiriendo juicios a diestra y siniestra contra “esa gente” a la que denominan como “pecadora”, “inconversa” o “perdida”. Con impresionante agilidad levantan el dedo acusador contra quienes no viven según sus criterios santurrones. Les encanta señalar pecados ajenos (aunque pasen por alto los propios). Son particularmente vocales contra quienes profesan una religión distinta a la suya, contra quienes no se identifican según los patrones tradicionales de género, y contra las mujeres que se enfrentan a la dolorosa decisión de terminar un embarazo. Pudiera ofrecer ejemplos adicionales, pero me parece que, como dice el refrán, “para muestra con un botón basta”. </p><p>De cara a tan lamentable realidad, el Evangelio nos recuerda que <i>“Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar...”</i> Es en ese mismo espíritu que quienes seguimos a Jesús somos enviados al mundo: <i>“Así como el Padre me envió, también yo los envío a ustedes.”</i> Sea nuestra presencia una fuente de paz y no de tormento; sea nuestra presencia un manifiesto de salvación y no de condenación; sea nuestra presencia un vivo reflejo de la gracia divina que hace posible el perdón, la reconciliación y la vida que se renueva. Al ver el testimonio evangélico de Jesús, podemos constatar su inagotable compasión y ternura para las personas señaladas, condenadas y marginadas por la religiosidad de su tiempo. Dos milenios después el encargo para quienes nos identificamos como sus discípulas y discípulos sigue siendo el mismo: el Resucitado nos envía a imitarlo en actitudes, palabras y acciones --en todo tiempo y en todo lugar.</p><p>Soli Deo Gloria.</p>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-80882121790558888252022-10-15T18:11:00.000-04:002022-10-15T18:11:28.874-04:00¿Quién? ¿Yo? — ¿Cómo saber que Dios me está llamando a un oficio eclesial?<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEFb2JStegogZh46GeMwB92oMYIbLiHwKzW_JqfuJdvGeBYo3gqLlYqOkuE2Pyy48ljOMO7cE2APSouqZxIftR3NJN14-tSDJw_Uq0EaQ1_Ueh7T7smWqQ_JZ3BMS-Vu0t9T-8Y8CxcnMubzok18NI-04W2JuF8zsSW2KQxQXRmeOJXeXJim74d_HDQg/s2104/Portada.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1640" data-original-width="2104" height="311" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEFb2JStegogZh46GeMwB92oMYIbLiHwKzW_JqfuJdvGeBYo3gqLlYqOkuE2Pyy48ljOMO7cE2APSouqZxIftR3NJN14-tSDJw_Uq0EaQ1_Ueh7T7smWqQ_JZ3BMS-Vu0t9T-8Y8CxcnMubzok18NI-04W2JuF8zsSW2KQxQXRmeOJXeXJim74d_HDQg/w400-h311/Portada.jpg" width="400" /></a></div><p><span style="font-family: inherit; font-size: x-small;">[<b>DEL BAÚL DE RECUERDOS:</b> Escribí esta breve reflexión para el <i>Calendario de Misión</i> del Sínodo Presbiteriano Boriquén en Puerto Rico, publicado en el año 2003. La (re)publico aquí en su integridad con algunos ajustes pare reflejar lenguaje incluyente. El arte fue realizado por el <i>Rev. Dr. Pablo Rojas Banuchi</i> (QEPD): lo incluyo aquí con gratitud a Dios, honrando la memoria de quien fuera mi amigo de la infancia y compañero ministerial en la Iglesia Presbiteriana (EEUU).]</span></p><p>Mucho hablamos en la Iglesia sobre el llamado o los llamados de Dios, pero usualmente lo relacionamos con «otra gente». Pero, ¿Qué pasa cuando se trata de una o uno mismo? ¿Has sentido el llamado de Dios a servirle? ¿Cómo puedes saber que Dios te está llamando? y ¿Cómo puedes saber <i>a qué</i> Dios te está llamando? Lo que te voy a compartir no es una receta mágica, simplemente son algunas reflexiones sobre el llamado de Dios que parten, por supuesto, de la experiencia personal y eclesiástica.</p><p><b>En primer lugar, el llamado comienza con una necesidad.</b> Cuando leemos el relato del llamado de Dios a Isaías podemos recordar sus palabras <i>“¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?”</i> Allí había una necesidad: la necesidad de un pueblo para escuchar el mensaje que denuncie el mal y anuncie la salvación. Si observamos el episodio bíblico en que se escogieron ancianos para dirigir el pueblo, notaremos que la carga era muy pesada para Moisés solamente: había una necesidad de atender los reclamos y situaciones de los hebreos. Al leer sobre la elección de los diáconos en la Iglesia primitiva encontramos que había la necesidad de la distribución de las ayudas y alimentos. Donde hay una necesidad, existen las condiciones para la manifestación de un llamado.</p><p><b>En segundo lugar, el llamado se siente interiormente.</b> Has podido ver e identificar una necesidad, pero de momento sientes que puedes ayudar a suplirla. No piensas en que vaya otra persona, sino que surge en ti la urgencia de atender la situación. A lo mejor piensas que no tienes toda la capacidad o que no tienes todo el conocimiento necesario para actuar, pero tienes la disposición de aprender. Por otro lado, quizás al pensar que la tarea es demasiado complicada trates de olvidarlo todo... pero allí está, como describía el profeta Jeremías: el llamado es como un fuego que te quema por dentro y no lo puedes soportar.</p><p><b>En tercer lugar, el llamado es confirmado por Dios a través de la Iglesia. </b> Desde tiempos antiguos, el llamado de Dios a sus siervos y siervas ha sido confirmado por medio de la unción con aceite, o la imposición de las manos. Estos son ejemplos de una verdad que está muy arraigada en nuestra tradición bíblica y teológica. Quienes formamos parte de la familia presbiteriana y reformada creemos que Dios confirma su llamado —por medio de la elección en una congregación o por medio de los votos en un presbiterio entendemos que la voz de Dios se manifiesta para darnos la seguridad de ese llamado. La experiencia de vocación en la Iglesia no es algo para ser vivido solitariamente, sino en el contexto de la comunidad. Es por eso que juntos pedimos la iluminación del Espíritu Santo en la toma de decisiones. Es por eso que pasamos por procesos de discernimiento de llamado tanto a nivel local como a nivel presbiterial. Cuando Dios te llama, no sólo tú te percatas de ello, sino que hay una comunidad de fe que también lo ve y lo siente y te puede ayudar a ubicarte donde tus dones sean más útiles para las labores del reino.</p><p>¿Percibes las necesidades que te rodean? ¿Entiendes que puedes dar una respuesta? ¿Sientes la urgencia de actuar? Entonces, ¡no lo dejes ahí! Busca orientación y ayuda para discernir el llamado: ora con la Iglesia, con las pastora o el pastor, y con el consistorio. Dios dirá. ✞</p>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-13736134227830614082022-09-11T00:00:00.006-04:002022-09-11T00:00:00.204-04:00Del baúl de recuerdos: «Reflexiones sobre el ataque terrorista»<p><b></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwWyq3wM3EFwhheaZ32IF9jcR_T0mePRpCIO2otD46X8zf_H9aBmsl8NbaluIJNL04qYAApAt6ic_xmBFku5gnbdHDbu8CRAINeLfgAbFHd2nFVkRjShI96Xdmm6Kk1Rz7tokYbdCG-vK7o6D-3kA3CcKddhjIdh9jNiE2lmrqSQ_abJhJM4y86KtveQ/s750/Twin%20Towers%20Before%20911.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="562" data-original-width="750" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwWyq3wM3EFwhheaZ32IF9jcR_T0mePRpCIO2otD46X8zf_H9aBmsl8NbaluIJNL04qYAApAt6ic_xmBFku5gnbdHDbu8CRAINeLfgAbFHd2nFVkRjShI96Xdmm6Kk1Rz7tokYbdCG-vK7o6D-3kA3CcKddhjIdh9jNiE2lmrqSQ_abJhJM4y86KtveQ/s320/Twin%20Towers%20Before%20911.png" width="320" /></a></b></div><b><br />[Publiqué estas reflexiones originalmente en el <i>Hato Rey Informa</i>, boletín de la Iglesia Presbiteriana en Hato Rey, Puerto Rico, de la cual fui pastor cuando ocurrieron los lamentables hechos del Martes, 11 de septiembre de 2001. El boletín fue distribuido a los asistentes al servicio del Domingo siguiente.</b> <b>Al cumplirse un aniversario más de la tragedia, comparto a continuación aquellas palabras pastorales.]</b><p></p><p>Parecía sacado de una de esas películas como la serie <i>“Die Hard”</i>. Pero lo cierto es que lo que nuestros ojos veían en la televisión el pasado Martes no era una escena de Hollywood. Era una triste escena de la cruda realidad. No había efectos especiales... la destrucción, la explosión, el fuego y el derrumbe que vimos era real. No había actores ni actrices cobrando grandes sumas de dinero por aparentar tristeza y pánico... los rostros angustiados y desesperados eran verídicos; las lágrimas derramadas no eran artificiales, se trataba de lágrimas de profundo dolor...</p><p></p><p>En medio de todo, me resulta muy lamentable la cobertura de algunos medios de comunicación para difundir la información. Creo que no había ninguna necesidad de poner música de terror como fondo a las escenas que se proyectaban. Tampoco había necesidad de crear gráficas computarizadas de aviones volando, como si se tratara del anuncio de alguna película de horror. Eso, en mi barrio, se llama <b>morbosidad</b>. Me parece que los medios deberían buscar la manera de difundir la información de forma serena y no alarmista ni espectacular. No es la primera vez que algo así sucede, igual ha sido cuando llegan los huracanes...</p><p>El dolor ajeno nunca debe ser utilizado para mejorar el <i>“rating” </i>de los programas noticiosos. Como decía mi abuela, “a quien le caiga... que se lo ponga”.</p><p>En momentos como este, hay varias reflexiones que debemos considerar. En primer lugar, <b>no somos invulnerables.</b> Los seres humanos, especialmente en nuestro País, vivimos como si fuéramos a ser eternos, como si nuestra vida nunca se fuera a terminar. Cuando menos lo esperamos, recibimos la mala noticia de algún diagnóstico médico inesperado o alguna situación para la cual no estábamos preparados.</p><p>Lo segundo es que, en momentos como este, podemos unir nuestros pensamientos a las palabras del Salmista: <i>“Alzaré mis ojos a los montes. ¿De dónde vendrá mi socorro?”</i> (Salmo 121:1). Compartía hace una semana, una frase que me hizo pensar mucho: “Lo que hagamos con Dios cuando las cosas marchan bien, determinará lo que hagamos con Dios cuando estamos en dificultades.” A mí me gustaría usar un poco de “licencia poética” y hacer una ligera pero significativa adaptación: <b>lo que hagamos en relación a Dios cuando las cosas van bien, determinará lo que Dios haga con nosotros, cuando las cosas andan mal.</b> El dinero que usamos (y que muchas personas aman más que a su propia vida), tiene la inscripción <i>“IN GOD WE TRUST”</i>. Lo que observamos a diario dice lo contrario, nuestro País se ha alejado terriblemente de los principios bajo los cuales fue fundado. Es necesario regresar a la base (<i>“back to the basics”</i>, como me dijo un hermano en estos días).</p><p><i>“Mi socorro viene del Señor que hizo los cielos y la tierra”</i> (Salmo 121:2). En momentos como estos (así como en todos los momentos de la vida), es necesario que aprendamos a confiarnos en las manos de Dios. Dios no va a eliminar el sufrimiento con una varita mágica, pero definitivamente nos va a acompañar en medio del sufrimiento, pues el Señor sabe por experiencia lo que es la profundidad del dolor y la desesperación.</p><p>Roguemos a Dios por el consuelo y la paz espiritual de todas las personas que han perdido sus familiares y amigos en estos ataques terroristas. Oremos a Dios por estas personas que de manera ciega y confundida cometen semejantes barbaridades. Oremos por los gobiernos y las autoridades, para que Dios les ilumine y no tomen sus decisiones cegados por un deseo de venganza que a nada bueno les puede llevar.</p><p>“Señor, levanta nuestras vidas, levanta nuestras iglesias... levanta nuestras naciones. AMÉN.”</p><p>—<i>Pastor José Manuel </i>(16 de septiembre de 2001 | Hato Rey, Puerto Rico)</p>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-36536833553935842062022-08-21T10:52:00.000-04:002022-08-21T10:52:57.776-04:00¿Alineándonos con Satanás?<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKOQnKLEVJR-io5AaWqlRueUOoQTI425wd0K0pADZHl6KwuliraxJ11tHyMZJdljPhlF5G3arQ92TizoqZLyARp1686gN10Rhg0FdhJkks4JalZ3TTSqXPoA4id_8SOUmLLv_W50nBSK6cDSY220vvq6tyeUSj_l2Fndvzp6b1mbBf7HFnUSUfGMbfEw/s960/man-devil-satan-whisper.png" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="480" data-original-width="960" height="160" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKOQnKLEVJR-io5AaWqlRueUOoQTI425wd0K0pADZHl6KwuliraxJ11tHyMZJdljPhlF5G3arQ92TizoqZLyARp1686gN10Rhg0FdhJkks4JalZ3TTSqXPoA4id_8SOUmLLv_W50nBSK6cDSY220vvq6tyeUSj_l2Fndvzp6b1mbBf7HFnUSUfGMbfEw/s320/man-devil-satan-whisper.png" width="320" /></a></div>Al leer cuidadosamente los Evangelios, podemos observar que las controversias y enfrentamientos de Jesús siempre fueron con personas religiosas, no con aquellas personas que su sociedad consideraba como “pecadoras” (por ej. prostitutas, cobradores de impuestos, gente extranjera).<p></p><p>Uno de tantos ejemplos lo encontramos en el pasaje de Lucas 13.10-17 <a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=Lucas+13.10-17&version=RVC&interface=print" target="_blank">(toma un par de minutos para leerlo aquí)</a>. Allí se cuenta que Jesús se encontraba en una sinagoga (el lugar de reunión para leer y estudiar las Escrituras Sagradas en el Sábado o “día de reposo”). Por allí también se encontraba una mujer cuya enfermedad la había mantenido encorvada durante casi dos décadas. Al verla, Jesús obró un milagro que devolvió la salud a esta mujer atormentada. </p><p>La reacción del líder de la sinagoga no se hizo esperar. Lejos de alegrarse por la restauración de la mujer, el líder religioso sermoneó a los presentes criticando lo que él consideraba una violación de las reglas del día sagrado. Ante sus propios ojos acababa de ocurrir una manifestación de la bondad divina hacia una persona vulnerable y vulnerada, ¡pero su mayor preocupación era mantener las normas religiosas por encima de cualquier cosa!</p><p>Jesús respondió al líder religioso con palabras cortantes. <i>“Hipócrita”</i>, le llamó sin tapujos ni reservas. En su argumentación (vv.15-16), Jesús identificó a “Satanás” como el responsable de la desdicha de aquella mujer. Y es precisamente en esta identificación que sus palabras llevan una carga aún mayor. Al valorar las reglas y dogmas más que a la mujer necesitada, aquel religioso hacía causa común con Satanás. Pretendiendo representar los intereses de Dios, el religioso estaba -de facto- representando los intereses del mal. Su actitud de aparente piedad contribuía a mantener a la mujer en una condición de opresión e infelicidad: mejor que siga encorvada antes que romper la tradición. Las palabras de aquel líder, lejos de alinearlo con el reino de Dios, lo alineaban con Satanás.</p><p>Lamentablemente, a dos milenios de aquel incidente, seguimos observando las mismas actitudes en templos y congregaciones de nuestro tiempo. Continuamos viendo gente que se preocupa más por el cumplimiento de dogmas, reglas y tradiciones, que por la liberación de las personas vulnerables y desventajadas. Con la actitud de <i>soy-más-santo-que-tú</i>, mantienen encorvadas a personas que no se acomodan a sus ideas y conceptos morales, políticos, o religiosos. Alegando obrar en nombre de Jesús, manifiestan las mismas actitudes tóxicas de quienes se oponían a Jesús. Se encumbran en sus pedestales como guardianes del dogma y la moral ajena, sin percatarse que su hipocresía cristianoide en ninguna manera representa el reino de Dios que Jesús enseñó y practicó. </p><p>Iglesia: ¡basta ya de alinearnos con Satanás! Dejemos atrás las críticas leguleyas y abracemos la compasión y la caridad sincera. Jesús, con su ejemplo, sigue mostrando la dirección a seguir. Nos llama a continuar su misión de liberación, restituyendo la salud y bienestar de quienes han sido encorvados por los golpes del camino, los sistemas opresivos, y las condiciones que estorban la posibilidad de una vida digna y plena para todas las personas.</p><p><b>Soli Deo Gloria.</b></p><div><br /></div>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-65398141184607838572022-07-24T12:14:00.000-04:002022-07-24T12:14:03.419-04:00María ha escogido<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrsD3f98EZOJPee4W9VKCbG1N3dZpAXrxSEKDOzjoPY0ekh7jdVbgOfJX4AcKklnqJyeENxAZdNiM-IiK_1xHeBSHfS8UXlbZNxwVIH9sx4yLBY4mqNLEqDZ9CuuNTcUhJk6TJpBjtZljB2n2Vun6qun_vD-Nt98teCxVVgMrOKZ81VF2yyHk5lwKqHQ/s500/jesus_with_mary_and_martha_mg_3110_48-120-800-600-90.png" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="402" data-original-width="500" height="257" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrsD3f98EZOJPee4W9VKCbG1N3dZpAXrxSEKDOzjoPY0ekh7jdVbgOfJX4AcKklnqJyeENxAZdNiM-IiK_1xHeBSHfS8UXlbZNxwVIH9sx4yLBY4mqNLEqDZ9CuuNTcUhJk6TJpBjtZljB2n2Vun6qun_vD-Nt98teCxVVgMrOKZ81VF2yyHk5lwKqHQ/s320/jesus_with_mary_and_martha_mg_3110_48-120-800-600-90.png" width="320" /></a></div><br />Mucho se ha escrito sobre la visita de Jesús a sus amigas Marta y María. El episodio se encuentra narrado en Lucas 10.38-42 (<a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=lucas+10.38-42&version=RVC&interface=print" target="_blank">leer aquí</a>). Las interpretaciones y aplicaciones tradicionales de este pasaje bíblico se enfocan en desalentar el interés de Marta en las tareas domésticas y encomendar a María por preferir sentarse a escuchar a Jesús. En muchos casos se tiende a avergonzar a Marta como si su comportamiento fuese negativo, cuando en verdad, a la luz de su contexto, no lo era.<p></p><p>De todos modos, la narración juega un papel importantísimo para entender el trato de Jesús hacia las mujeres en una época donde el papel de la mujer estaba limitado básicamente a tener hijxs y atender la casa, siempre subordinada a la voluntad del hombre. En este caso, Marta estaba cumpliendo al pie de la letra su rol socialmente establecido, mientras que María rompió el paradigma al asumir un rol tradicionalmente reservado para el varón ⸺ y ¡Jesús la felicitó!</p><p>Ahora bien, este episodio toma singular pertinencia a la luz del contexto actual en los Estados Unidos y sus territorios. La reciente reversión del Tribunal Supremo a la decisión del caso <i>Roe vs Wade</i>, ha encendido virulentamente el debate sobre derechos reproductivos, animado por sectores religiosos que se caracterizan por promover en pleno Siglo 21 tradiciones de control y subyugación de la mujer pertenecientes a otras épocas y otros contextos. Dicha situación, desafortunadamente, ha quedado matizada por la politiquería partidista, al igual que el cambio climático, la justicia social, la inequidad económica y otros tantos asuntos que afectan la sana convivencia de todas las personas indistintamente de la(s) ideología(s) que profese(n). Diversos Estados de la Unión están aprovechando esta coyuntura para retroceder en el tiempo a una sociedad americana donde los derechos civiles no eran iguales para todas las personas, aprobando leyes draconianas que pasan por alto los conocimientos de las ciencias naturales y las ciencias sociales, y que de facto deslegitiman a la mujer como ente con capacidad moral decisiva sobre sí misma. El tema es muy complicado y tiene muchísimas vertientes que no pueden ser encajonadas ni resueltas con estribillos de “pro-vida” y “pro-aborto”, o lanzando vituperios diciendo que “las mujeres quieren matar bebés” (una expresión fundamentada en desinformación). Son muchísimos los factores a considerar. No obstante, resulta indignante que dichas decisiones sean tomadas por quienes sistemáticamente pretenden convertir el gobierno de nuestra República en una teocracia dirigida por elementos de una cristiandad distorsionada. </p><p>Es aquí donde el pasaje de Lucas 10.38-42 nos puede iluminar. Las palabras de Jesús a Marta son muchísimo más contundentes de lo que a simple vista se puede percibir. Es menester ir más allá de una lectura “espiritualizada” del episodio. En una sociedad donde se imponían sobre la mujer roles específicos que limitaban su agencia como persona plena, Jesús felicitó a quien se rebeló contra dichas imposiciones y asumió responsabilidad sobre su espacio, tomando control de su destino: <i>“María <b>ha escogido</b>”</i>. Jesús reconoció la capacidad y la libertad de María para escoger lo que <b>ella</b> considera <i>“</i><i>mejor</i><i>”</i>. Quienes afirmamos el discipulado cristiano, debiéramos seguir el ejemplo de aquel a quien llamamos “Maestro” y “Señor”, y lejos de pretender controlar a otras personas (en este caso, personas embarazadas), debiéramos asegurar que tengan las herramientas y recursos necesarios para tomar decisiones propias en un ambiente que garantice seguridad emocional, espiritual y física.</p><p><b>Recursos:</b></p><p><a href="https://www.pcusa.org/news/2022/7/8/resolution-rejects-government-attempts-limit-acces/" target="_blank">Aquí se encuentra</a> un artículo sobre la reciente acción de la Asamblea General #225 de la Iglesia Presbiteriana (EE.UU) afirmando la capacidad moral de mujeres y personas embarazadas para escoger.</p><p><a href="https://www.presbyterianmission.org/wp-content/uploads/1-res_on_reproductive_health_care_access-2012.pdf" target="_blank">Aquí se encuentra</a> la resolución aprobada por la Asamblea General #220 de la Iglesia Presbiteriana (EE.UU.) sobre el acceso justo al cuidado de salud reproductiva. `</p><p><a href="https://www.pcusa.org/news/2022/5/17/reproductive-justice-and-pcusa/" target="_blank">Aquí se encuentra</a> un artículo de la Sociedad Histórica Presbiteriana detallando el proceso de discernimiento de la Iglesia Presbiteriana (EE.UU.) a través de los años hasta llegar a las posturas actuales sobre el aborto y los derechos reproductivos. </p>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-73716272670188302672022-07-10T12:47:00.000-04:002022-07-10T12:47:54.557-04:00El prejuicio nuestro de cada día<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEho0bu5IzRWntNQl4Tma3Bz1j35UyoLGnFAhxNLpodqzjrMZm7zAn0BDl9bdjOv51noKzJmxvwDDKbxpd7CZoXjqe__iYw2WGuXq1AZ4M_bpY8wkPEsjoLG8ewg3P0PmLq1H8EMCmIc_5qbXJiM3aByujCd1n0t4f0sCJ_sWJkSRHze4vjvufS1v-pEeQ/s575/jespe223.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="428" data-original-width="575" height="297" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEho0bu5IzRWntNQl4Tma3Bz1j35UyoLGnFAhxNLpodqzjrMZm7zAn0BDl9bdjOv51noKzJmxvwDDKbxpd7CZoXjqe__iYw2WGuXq1AZ4M_bpY8wkPEsjoLG8ewg3P0PmLq1H8EMCmIc_5qbXJiM3aByujCd1n0t4f0sCJ_sWJkSRHze4vjvufS1v-pEeQ/w400-h297/jespe223.jpg" width="400" /></a></div><p><a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=Lucas+10%3A25-37&version=RVC&interface=print" target="_blank">Lucas 10:25-37</a> contiene uno de los pasajes bíblicos más bellos y más conocidos de toda la Escritura Sagrada. Su impacto ha trascendido el mundo religioso y se ha entretejido en la cultura de tal manera que, cuando alguien se acerca para socorrer a una persona desconocida en aprietos, es identificado como un “buen samaritano” en alusión al relato.</p><p>He perdido la cuenta de la cantidad de sermones, reflexiones y estudios bíblicos que he leído y escuchado sobre este pasaje a lo largo de mi vida. Y casi todas las veces al acercarse a este texto lo identifican como “la parábola del buen samaritano”. Más aún, en muchas Biblias, indistintamente de la versión, las casas publicadoras que identifican los textos con encabezamientos para facilitar la lectura, titulan dicha sección como “el buen samaritano”.</p><p>La gente de Samaria era tan israelita como la gente de Judea. Sin embargo, la enemistad entre ambos pueblos se puede rastrear desde el Siglo 6 AEC (1). El conflicto involucraba el reconocimiento de lugares distintos como centros de adoración (véase Juan 4:20), gran menosprecio y amargas animosidades que se pasaban de generación a generación, incluyendo los tiempos en que Jesús vivió. De hecho, el Evangelio Según Lucas cuenta que dos discípulos de Jesús fueron a una aldea samaritana, y como no los quisieron recibir allí (pues iban de camino a Jerusalén), pidieron permiso a Jesús para orar que descienda fuego del cielo para destruir el pueblo (9:51-56). Eso nos debe dar una idea de cuán visceral y aguda era la enemistad.</p><p>Ahora bien, volviendo al título del cuento, al usar la designación “buen samaritano” estamos perpetuando el prejuicio. Al identificar a un samaritano como “bueno”, partimos de la premisa de que los samaritanos son “malos”. Eso es un ejemplo de lo que en las ciencias de la conducta humana se conoce como “sesgo implícito” o “prejuicio inconsciente”. No se trata necesariamente de odio activo, o aborrecimiento abierto, pero el hecho de que no lo tengamos en cuenta, no lo hace menos peligroso. El sesgo implícito afecta la manera en que tratamos a otras personas, aún sin querer hacerles daño <i>conscientemente</i>. Expresiones como “el novio de mi sobrina es ‘negrito’ <b>pero</b> bueno”, son muy comunes en la cotidianidad hispana. Recuerdo haber escuchado a una persona, refiriéndose a mí, decir “el pastor es puertorriqueño, <b>pero</b> es tan elocuente y correcto al hablar”. En ambos ejemplos se manifiestan sesgos implícitos. En el primero se implica que las personas afrodescendientes son, por definición, malas personas. En el segundo, se implica que las personas puertorriqueñas no sabemos hablar. </p><p>Los sesgos implícitos pueden parecer prejuicios inofensivos, pero la realidad es que ningún prejuicio es inofensivo. Son el terreno fértil que produce situaciones que le cuestan la vida a muchas personas, por ejemplo, al momento de recibir tratamiento médico apropiado (2). Y, para no extender este ensayo, me abstendré de detallar cómo los prejuicios son semillero para hombres jóvenes que se convierten en asesinos en masa utilizando armas automáticas como instrumento predilecto.</p><p>De regreso al texto bíblico, es indispensable observar lo siguiente: al contar la parábola, Jesús <b>no</b> dijo “un <b>buen</b> samaritano”, sino “<b>un</b> samaritano” (10:33). El lenguaje utilizado por Jesús en su narración rompía el ciclo de los sesgos implícitos y aún de los prejuicios explícitos. Para un judío de aquella época, “su prójimo era su compatriota, otro judío. Los extranjeros, entre ellos los odiados samaritanos, no estaban considerados como prójimos” (3). Jesús presenta a un samaritano como ejemplo de bondad y compasión, para sorpresa de su audiencia.</p><p>Las enseñanzas de Jesús vienen a ser una invitación a una introspección honesta de nuestra parte. Los seres humanos somos socialmente programados con una enorme variedad de prejuicios incluyendo raza, nacionalidad, género e identidad de género, orientación sexual, ideales políticos, clase social, religión y muchos otros factores. El ejemplo de Jesús nos compele a revisar nuestra programación social, traer a la conciencia nuestros sesgos implícitos, arrepentirnos y esforzarnos cada día en arrancarlos de raíz para una convivencia sana, compasiva, pacífica, justa y equitativa, alineada con los valores del reinado de Dios. <i>Soli Deo Gloria.</i></p><p><b>Referencias y recursos:</b></p><p>(1) Richard I. Pervo, <a href="https://www.amazon.com/Gospel-Luke-Scholars-Bible/dp/159815141X" target="_blank">The Scholars Bible: Luke</a>, p. 102</p><p>(2) <a href="https://apolitical.co/solution-articles/es/por-que-el-sesgo-implicito-puede-ser-mortal " target="_blank">Aquí se encuentra</a> un interesante artículo sobre el impacto del sesgo implícito en las profesiones del cuidado de la salud y cómo afecta adversamente a poblaciones históricamente marginadas. </p><p>(3) Darío López, “Lucas”, en <a href="https://www.christianbook.com/comentario-iacute-blico-contempor-aacute-neo/c-padilla/9789506832520/pd/832522" target="_blank">Comentario Bíblico Contemporáneo</a>, p. 1313</p><p>(4) <a href="https://youtu.be/fXBXOaLcMZg" target="_blank">Aquí se encuentra</a> un vídeo producido en Dinamarca, que nos recuerda lo fácil que es encasillar a las personas. </p><p>(5) <a href="https://youtu.be/Ww3S3FTuEtQ " target="_blank">Aquí se encuentra</a> un vídeo sobre el sesgo implícito en el contexto de las empresas.</p><p>(6) <a href="https://www.psychologytoday.com/es/blog/de-donde-viene-el-sesgo-implicito " target="_blank">Aquí se encuentra</a> un buen artículo sobre los orígenes del sesgo implícito desde la niñez.</p>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-74863588036896817382022-07-05T09:35:00.002-04:002022-07-05T16:32:38.915-04:00Aligerando el equipaje<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEildaGSEytbSi1j0rBOeQeYOc8dHHhJWwltYI5HM-VnNcRV0xUmHmmsft-ClstHErPwXp5d6ws3E2E2lxVFAfUzWcwLyVfuh8sjH_2iRfXSo7pvOSmO2O-Nh82plwQZ2ZUGehSaW-rm6TMwWhyhnAomIDrn-gohm1RCDJ9rGt2BPsmIa9xDs9I_USU-bA/s4119/sky-kick-scooter-cloud-standing-baggage-human-leg-1615987-pxhere.com.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2591" data-original-width="4119" height="251" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEildaGSEytbSi1j0rBOeQeYOc8dHHhJWwltYI5HM-VnNcRV0xUmHmmsft-ClstHErPwXp5d6ws3E2E2lxVFAfUzWcwLyVfuh8sjH_2iRfXSo7pvOSmO2O-Nh82plwQZ2ZUGehSaW-rm6TMwWhyhnAomIDrn-gohm1RCDJ9rGt2BPsmIa9xDs9I_USU-bA/w400-h251/sky-kick-scooter-cloud-standing-baggage-human-leg-1615987-pxhere.com.jpg" width="400" /></a></div><br />He estado pensando mucho, a la luz de la muerte de papá, en lo fugaz que es la vida y en <b>mi relación</b> con las posesiones materiales. Hay dos pasajes bíblicos rumiando en mi pensamiento. Uno es 1 Timoteo 6:6-8: <i>“...la piedad es una gran ganancia, cuando va acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.”</i> El otro pasaje es Lucas 12:15-21. Allí Jesús cuenta la parábola del hombre rico que derribó sus graneros para hacer unos más grandes y almacenar sus frutos y sus bienes. Y Dios le dijo: <i>“Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?”</i> (v. 20). <p></p><p>A raíz de la pandemia, de un tiempo para acá he estado en contacto con <b>la filosofía de la vida minimalista</b>. Aprendiendo de los vídeos y del <a href="https://www.amazon.com/More-Less-Finding-Under-Everything-ebook/dp/B015BCX0X0" target="_blank">libro</a> del minimalista Joshua Becker (quien, como yo, también es pastor de iglesias), he sido continuamente confrontado con mi propio estilo de vida de acumulación, apegado a cosas materiales, guardando por aquí y por allá “por si acaso lo necesito en el futuro”. Mis libros, particularmente, han sido mi mayor tesoro a través de los años — seguidos de cerca por una colección de <i>“memorabilia”</i> y varios equipos electrónicos (laptops, tablets, cablería, aparatos de audio y vídeo, etc.). ¡Tengo tanto! Y mucho de lo que tengo, son cosas que en su momento fueron muy útiles y me provocaron gran alegría y satisfacción, pero en el presente y en el futuro — pensándolo bien — no las uso ni las volveré a utilizar. ¿Para qué guardar todo eso? Incluso, desde hace unos meses tengo alquilado un espacio de almacén. ¿Para qué? A la larga ningún otro niño jugará con mis viejos juguetes y, en algunos años, muchos de mis libros quedarán obsoletos, o al menos, por lo que pinta el futuro, al no estar pastoreando una iglesia a tiempo completo no tendré necesidad de ellos. De nuevo, ¿para qué guardar? ¿para qué acumular? Muchas de estas cosas cumplieron su propósito y tuvieron gran utilidad en su momento, pero ya no.</p><p>He logrado ir reduciendo mi inventario de posesiones. He regalado casi la mitad de mi biblioteca a otros pastores y pastoras. He donado muchas cosas en el centro de acopio de “<a href="https://goodwillsouthflorida.org/donations" target="_blank">Goodwill</a>”. Pero puedo desprenderme de mucho más. Así como necesito “aligerar mi equipaje” espiritual y emocional, también tengo que hacerlo con mi equipaje material. Mi meta, a la larga, sería no necesitar el almacén que alquilé, y así poder sumergirme en un estilo de vida que facilite la <a href="https://www.presbyterianmission.org/ministries/missionconnections/jose-manuel-capella-pratts-and-vilmarie-cintron-olivieri/" target="_blank">nueva función vocacional</a> que comparto con mi esposa, Vilmarie. Tal vez no llegue a convertirme en un minimalista pleno, pero al menos tengo la intención de aprender a vivir de manera más sencilla. Un. Día. A. La. Vez.</p><p><b>Ejercicio:</b></p><p>Toma un tiempo para pensar brevmente en <b>tu relación</b> con las posesiones materiales. Haz inventario de lo que tienes y considera qué usas y qué no usas. ¿Qué guardas? ¿Por qué lo guardas? ¿Tiene utilidad a mediano y largo plazo? ¿Podría ser útil para otra persona? ¿Tienes el espacio que necesitas para lo que realmente vale en la vida — material, emocional y espiritualmente? Si te parece, puedes compartir impresiones en el espacio para comentarios al final de este blog.</p><p><b>Recursos:</b></p><p>Para leer el blog de Joshua Becker (en inglés), <a href="https://www.becomingminimalist.com/" target="_blank">pulse aquí</a>. Sus vídeos (en inglés) pueden ser vistos <a href="https://www.youtube.com/c/JoshuaBecker" target="_blank">pulsando aquí</a>.</p><p><a href="https://youtu.be/Hcp6I236Hw4" target="_blank">Aquí se encuentra un muy buen vídeo</a> sobre minimalismo (en español) por Paula Simple. También <a href="https://youtu.be/9XSxuny7gHo" target="_blank">este otro vídeo</a>, por Aprendiz Financiero, presenta una introducción gráfica al minimalismo.</p><div><br /></div>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-28149130499946217332022-06-28T16:29:00.000-04:002022-06-28T16:29:08.692-04:00La domesticación de Jesús<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhECwUenumgx5FxL2SCq-7Yfj9qE7m2XXa-Kc1E8waW2XlwtLhWX0-CJkpfowpBj5d3ZZIEfqOPIg5CiyilV3b2_OVoRSR47FF8V-PcAqBGQI5w47lTDXYPfXZEPay6RXvTaCmdlFreTAFtxWqqgtaKCl9B-4FT6wCc1jP5OdFf4Myrxee8Pgdak6KEAA/s400/American%20Jesus.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="400" data-original-width="400" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhECwUenumgx5FxL2SCq-7Yfj9qE7m2XXa-Kc1E8waW2XlwtLhWX0-CJkpfowpBj5d3ZZIEfqOPIg5CiyilV3b2_OVoRSR47FF8V-PcAqBGQI5w47lTDXYPfXZEPay6RXvTaCmdlFreTAFtxWqqgtaKCl9B-4FT6wCc1jP5OdFf4Myrxee8Pgdak6KEAA/s320/American%20Jesus.jpg" width="320" /></a></div><p><a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=marcos+13%3A20-35&version=RVC&interface=print" target="_blank">Marcos 3:20-35 (RVC)</a></p><p>Cuando vivimos en el entorno de un cristianismo oficialista, se nos hace difícil entender por qué había gente que rechazaba a Jesús y su mensaje. La sociedad occidental, comenzando con el imperio romano en el Siglo IV, ha contado con los poderes gubernamentales para establecer y propagar —aunque sea superficialmente— la idea del cristianismo como la “norma” social.</p><p>En las Américas esto significó que el cristianismo vino acompañando la invasión, conquista e imposición de las culturas europeas sobre las culturas indígenas. La ocupación y colonización traía la Biblia en una mano y la espada en la otra.</p><p>Recuerdo el testimonio que escuché sobre el lamento de un viejo pastor y mentor de pastores. Este experimentado pastor describía cómo era el mundo donde le correspondió dar sus primeros años de ministerio, casi a mediados del siglo pasado. Contaba este pastor que en sus tiempos se partía de la premisa del cristianismo como religión establecida de la sociedad —aunque “oficialmente” se hablara de “separación de iglesia y estado”. En aquel contexto —decía el viejo pastor— asistir y formar parte de una iglesia no sólo era visto con buenos ojos, sino que prácticamente era una expectativa que definía lo que era ser un “buen ciudadano”. Contaba también que, en el pueblo donde servía, los Lunes por la mañana los jefes preguntaban a sus empleados si habían asistido a alguna iglesia y qué había predicado el ministro en el día anterior. Tener leyes y estatutos prohibiendo la apertura de negocios los domingos en la mañana era algo que también obraba en favor de la iglesia institucionalizada —la fuerza de la ley estaba inclinada a favorecer la iglesia en la competencia para capturar la atención social. Sencillamente, no había competencia posible donde lo único abierto los domingos en la mañana eran los templos cristianos. Lamentaba aquel pastor que las cosas ya no fuesen así — y mientras yo escuchaba su testimonio, les confieso que francamente yo no podía compartir ni apoyar su lamentación. </p><p>El cristianismo cultural que aquel pastor añoraba no es otra cosa que <b>la domesticación de Jesús y del mensaje radical del reino de Dios:</b></p><p style="text-align: left;">⸺ Ese cristianismo cultural es el que lee las Escrituras Sagradas espiritualizando a Jesucristo de tal manera que pasa por alto sus reclamos de justicia, dignidad y bienestar para todas las personas, particularmente aquellas que han sido oprimidas, marginadas, y desplazadas por los poderes económicos, políticos y religiosos.</p><p style="text-align: left;">⸺ Ese cristianismo cultural es el que lee en las Escrituras a un Jesús que habla de compasión en términos teóricos y abstractos, sin ninguna consecuencia real en el trato que se le da a las demás personas.</p><p style="text-align: left;">⸺ Ese cristianismo cultural es el que da limosnas a los pobres pero no se atreve cuestionar ni retar los sistemas que crean y legitiman la pobreza.</p><p style="text-align: left;">⸺ Ese cristianismo cultural es el que le echa la bendición al militarismo y armamentismo bajo el pretexto de “la guerra justa”, amparándose en las narraciones bélicas de las Escrituras Hebreas y pasando por alto la renuncia de Jesús a la violencia como forma de vida.</p><p style="text-align: left;">⸺ Ese cristianismo cultural es el que en himnos, canciones y poemas habla de “amar a Dios y amar al prójimo”, pero su definición de “prójimo” es muy limitada y bajo ninguna circunstancia incluiría a las personas que Jesús de facto incluyó.</p><p style="text-align: left;">⸺ Ese cristianismo cultural es el que dice “voy a la iglesia” pero se olvida que no es asunto de “ir a la iglesia” sino asunto de <b>ser</b> iglesia donde quiera que estemos.</p><p style="text-align: left;">⸺ Ese cristianismo cultural dice seguir a Cristo, pero en la práctica rechaza el mensaje de Jesús hoy, de la misma manera en que fue rechazado en la antigüedad.</p><p>La narración bíblica que hoy leemos nos permite observar dos maneras distintas en las que Jesús enfrentó el rechazo.</p><p>La primera es la manera más obvia. Se trata de la <b>oposición abierta</b>. En una narración anterior leemos que los fariseos y los herodianos comenzaron a conspirar para matar a Jesús (3.6). En la narración que ahora leemos vemos a otro sector de las autoridades religiosas llevando un ataque frontal contra Jesús. Los escribas —que eran los maestros e intérpretes de las Escrituras— acusan a Jesús de obrar bajo la influencia del diablo. Atribuyen a Satanás la obra que es de Dios. Siembran dudas y echan sombras sobre el bien que Jesús ha estado haciendo, simplemente porque no lo hace dentro de los límites y parámetros que ellos consideraban “puros” y “correctos”. Cuestionan el carácter y la integridad de Jesús asociándolo con lo más bajo y despreciable del reino de las tinieblas. A eso, en inglés, se le llama “character assassination”. Aquellos religiosos buscaron desprestigiar a Jesús de tal forma que nadie creyera ni prestara atención a su mensaje. Ese nivel de oposición a Jesús es tan obvio que es identificado en el texto bíblico como <i>“blasfemia contra el Espíritu Santo”</i>.</p><p>Ahora bien, la otra manera de rechazar a Jesús y su mensaje es más solapada. No es tan cruda ni confrontacional como la de los líderes religiosos representados en los fariseos y los escribas. No es tan fácil de identificar en la superficie. Es una manera tan sutil que si no leemos cuidadosamente no nos daríamos cuenta de que también se trata de rechazo y oposición a Jesús. Repasemos los primeros dos versos de la narración (3.20-21):</p><blockquote style="border: none; margin: 0 0 0 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: left;"><i>«Jesús entró en una casa, y de nuevo se juntó tanta gente, que ni siquiera podían comer él y sus discípulos. Cuando <b>sus familiares</b> lo supieron, <b>fueron para llevárselo, porque pensaban que estaba fuera de sí</b>.»</i></p></blockquote><p>Observemos que el texto allí no está hablando de <b>enemigos</b> de Jesús. No está identificando allí a detractores de Jesús. No está señalando a gente en conflicto ni antagonismo con Jesús. ¡Está hablando de <b>sus propios familiares</b>! La gente que se supone ame más a Jesús; aquellos que se supone le brinden su apoyo incondicional...</p><p>Les he comentado en otras ocasiones que cuando era niño, jugaba en un equipo de béisbol de pequeñas ligas. También les he comentado que era el peor bateador de mi equipo, y probablemente de toda la liga. En las prácticas bateaba, pero en el juego de verdad, el bate en mis manos y la bola lanzada no hacían contacto alguno. Yo era tan flojo bateando, que muy dentro de mí sabía que mi próximo turno al bate se iba a convertir en un “out” para mi equipo. Eso era algo que para mí estaba completamente claro...</p><p> Yo estaba muy consciente de mi talento particular para no pegarle a la bola. Pero eso no se convirtió en fuente de frustración y trauma para mí. Y ¿saben por qué mi mediocridad deportiva no me dejó cicatrices emocionales? <b>Porque estando en el terreno de juego yo sabía que en cualquier momento que mirara hacia las gradas, allí iba a encontrar el apoyo incondicional de mi papá y mi mamá, y eso valía más que todos los cuadrangulares del mundo</b>. (Total, el instrumento que me esperaba en el futuro no era un bate, sino una “espada de doble filo”.)</p><p>Quizás ahora podemos entender mejor la profundidad de lo que el Evangelio Según Marcos está planteando. Volvamos a la escena: Jesús está en un lugar saturado de gente, con tantas personas que ni siquiera contaba con la oportunidad ni el espacio para comer. Por allí se encontraban también sus detractores, los que abiertamente lo desacreditaban asociándolo con el diablo. Y sus familiares, aquellos de quienes Jesús debió haber recibido apoyo incondicional, se presentaron allí también, pero <i>«para llevárselo, porque <b>pensaban que estaba fuera de sí</b>»</i> (3.21). Sus propios familiares tuvieron a Jesús “por loco” y no tomaron en serio su mensaje... Con esto en mente quiero invitarles a releer los versos finales (32-35):</p><blockquote style="border: none; margin: 0 0 0 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: left;"><i>«La muchedumbre sentada a su alrededor le dijo: “Tu madre, tus hermanos y tus hermanas están allí afuera, y te buscan.” Jesús les respondió: “¿Y quién es mi madre, y mis hermanos?” Miró entonces a los que estaban sentados a su alrededor, y dijo: “Mi madre y mis hermanos están aquí. Porque todo el que hace la voluntad de Dios es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.”»</i></p></blockquote><p>Amada(o)s, para oponernos a Jesucristo no necesariamente hay que hacerlo en forma abierta y antagónica (como los escribas). Basta con que no tomemos en serio sus enseñanzas y lo tengamos “por loco” (como el caso de su familia). Ciertamente las cosas que Jesús hizo y dijo nos pueden parecer absurdas, y por eso intentamos <b>domesticar su mensaje</b> y acomodarlo a nuestros caprichos y preferencias, como lo ha hecho por siglos el cristianismo cultural. No obstante, hoy la Escritura Sagrada nos plantea un reto con implicaciones para el tiempo presente y el tiempo porvenir:</p><p>⸺ Nos ubicamos en oposición a Jesús; o</p><p>⸺ lo tenemos por “loco” no tomando en serio su mensaje; o</p><p>⸺ hacemos la voluntad de Dios, lo que nos convierte, de facto, en familia de Jesús.</p><p>Es tiempo de decidir y actuar.</p><p><b>Soli Deo Gloria.</b></p><div>(**Homilía compartida el 10 de junio de 2018 en la Primera Iglesia Presbiteriana Hispana en Miami, FL. Para escuchar la grabación <a href="https://anchor.fm/en-el-camino/episodes/La-domesticacin-de-Jess-e1kcfj" target="_blank">pulse aquí</a>.)</div>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-67933364392533831732022-05-28T11:05:00.001-04:002022-05-28T11:22:41.269-04:00A call to embrace a life sustained by love<p> </p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjeGg5IJGPSYn9ID5nEtjLFSBuXDFnbJRfSFFqXT3Bblu7PxJlFgO6IqbPU9awSqR1un87xRj5v7S1LAWlvYzWVJh4h2qjW5iEfNOwClc8e6Y2gWuonzMmNu0KUHhgfd2TsnYR2k8CJdYts-ACsFvUBZ5AjuM1UaL1cUUsm926VNqokooTNqdz5UfLA9g/s1620/IMG_0934.PNG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1216" data-original-width="1620" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjeGg5IJGPSYn9ID5nEtjLFSBuXDFnbJRfSFFqXT3Bblu7PxJlFgO6IqbPU9awSqR1un87xRj5v7S1LAWlvYzWVJh4h2qjW5iEfNOwClc8e6Y2gWuonzMmNu0KUHhgfd2TsnYR2k8CJdYts-ACsFvUBZ5AjuM1UaL1cUUsm926VNqokooTNqdz5UfLA9g/w640-h480/IMG_0934.PNG" title="Picture by María C. Sit" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Picture by <i>María C. Sit</i></td></tr></tbody></table><br /><p></p><p><b>***</b> Miami, Florida: I shared this message with <a href="https://www.instagram.com/lpsknights/" target="_blank">La Progresiva Presbyterian School</a> 2022 Senior Class on Friday, May 27, 2022. This was my 10th and last commencement address shared with a school ministry that will remain in my heart for years to come: <i>"Una vez de La Progresiva, siempre de La Progresiva."</i></p><span><a name='more'></a></span><p><br /></p><p>At some point I was debating between saying “Congratulations” to you on this day and saying “I am deeply sorry”. Both feelings are strongly struggling inside me, right here, right now.</p><p>First of all, I congratulate you for completing this foundational part of your life’s journey. A journey filled with a little bit of everything: dreams and challenges, sorrows and joys, tiredness and energy, discouragement and hope. You are here, and you reached this point with your hard work, with the guidance of your teachers, and with the support of your loved ones. So, yes!: “Congratulations” is in order.</p><p>At the same time, “I am deeply sorry” is also in order. I am sorry because the world that you will face is not the ideal world your previous generations dreamed of. This is not the 21st century that we envisioned back in the 70's, 80’s and 90’s. You will face a world plagued with wars, inequality, injustice, famine, sickness, insecurity, economic disparity, systemic racism, and mass shootings...</p><p>... my heart breaks as I recall the horrible nature of recent events, this very month, on American soil:</p> — On May 14, a racist attack at a supermarket in Buffalo, New York, took the lives of 10 people and left three more injured.<div><br /> — On May 15, a gunman attacked a Taiwanese worshiping community at Geneva Presbyterian Church in Laguna Woods, California. And,<br /></div><div><p> — on this past Tuesday, May 24, at an elementary school in Uvalde, Texas, another shooter wounded 18 people, and killed 21 of which 19 were children that will never see their graduation day.<br /><br /> — 21 weeks into the year and our country has already seen 213 mass shootings.<br /><br />I invite you to take a moment of silent prayer to honor these lives...<br /><br />A dire panorama like this one, calls us to consider what are the things that really matter in life. The hunger for power, wealth, fame, possessions, and individual success is not the answer --on the contrary, it is killing the soul of our society. We are called to be different: we are called to embrace a life sustained by love. <br /><br />The Spirit of God gave prophet Micah words that are as relevant today as they were relevant in ancient times: <i>“He has told you, human one, what is good and what the Lord requires from you: to do justice, embrace faithful love, and walk humbly with your God.”</i> (Micah 6:8 CEB)<br /><br />This is also the Spirit that led Jesus Christ to say <i>“You must love the Lord your God with all your heart, with all your being, and with all your mind...”</i> and <i>“You must love your neighbor as you love yourself.”</i> (Matthew 22:37,39 CEB)<br /><br />...and in the same Spirit, as you answer God’s invitation to be different and to embrace a life sustained by love, I would love to pronounce upon you the following blessing:<br /><br /></p><div style="text-align: center;"><a href="#">A Non-traditional Blessing</a></div><div style="text-align: center;">By the Benedictine Sister Ruth Fox, OSB, 1985</div><br /><i>May God bless you with discontent with easy answers, half-truths, superficial relationships, so that you will live from deep within your heart.<br /><br />May God bless you with anger at injustice, oppression, abuse, and exploitation of people, so that you will work for justice, equality, and peace.<br /><br />May God bless you with tears to shed for those who suffer from pain, rejection, starvation and war, so that you will reach out your hand to comfort them and to change their pain to joy.<br /><br />May God bless you with the foolishness to think you can make a difference in this world, so that you will do the things which others tell you cannot be done.<br /><br />If you have the courage to accept these blessings, then God will also bless you with:<br /><br /><b> happiness</b>—because you will know that you have made life better for others<br /><br /><b> inner peace</b>—because you will have worked to secure an outer peace for others<br /><br /><b> laughter</b>—because your heart will be light<br /><br /><b> faithful friends</b>—because they will recognize your worth as a person.<br /><br />These blessings are yours—not for the asking, but for the giving—from One who wants to be your companion, our God, who lives and reigns, forever and ever. Amen</i>.<p></p><p>La Progresiva Presbyterian School 2022 Senior Class... Now I can joyfully say: Congratulations!</p><p></p><p><b>Soli Deo Gloria.</b></p><div><br /></div></div>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-72995791096372613712022-05-26T10:01:00.002-04:002022-05-26T10:03:37.291-04:00Evangelio y realidad actual (podcast)<p>Episodio del podcast <b>A Matter of Faith: A Presby Podcast</b> - con el tema <i>¿Qué relación tiene el evangelio ante la realidad actual?</i>, presentado junto a AG Vilmarie Cintron Olivieri. Anfitriones de la conversación, Rev. Rosa Miranda y Rev. Edwin González-Castillo.</p><p><a href="https://amatteroffaith.buzzsprout.com/1648090/10683687-que-relacion-tiene-el-evangelio-ante-la-realidad-actual-con-jose-manuel-capella-pratts-y-vilmarie-cintron-olivieri" target="_blank">[Pulse aquí para escuchar]</a></p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://amatteroffaith.buzzsprout.com/1648090/10683687-que-relacion-tiene-el-evangelio-ante-la-realidad-actual-con-jose-manuel-capella-pratts-y-vilmarie-cintron-olivieri" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" target="_blank"><img border="0" data-original-height="1920" data-original-width="1920" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikQ_10j9DpzshbrrtuE9e4siDok72k17cFdq8IHo7poz4JXnOPt9u7G6UguPPUvD6uHBpa_xlrfHnKyJWD5Lvpz-F9Tvarissp_kHvKYNCftCH51X4C6_z7fjs-fd_QtScwDzF380AcliYPMN-mdOAydveSqNhlXZnEqCdySBFqaeQAYEOmVOrJ6rFuA/w400-h400/cuestion%20de%20fe_cover.jpg" width="400" /></a></div><br /><p><br /></p>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-78120427874781635212022-05-26T09:42:00.000-04:002022-05-26T09:43:15.834-04:00La preservación de la verdad (webinar)<p>Un webinar que forma parte de la serie <i>¿Por qué nuestras voces son importantes? La abogacía (incidencia) dentro y fuera de Iglesia</i>, auspiciada por la Oficina de Apoyo Congregacional Intercultural Hispano de la Iglesia Presbiteriana (EEUU). El webinar es presentado junto a la AG Vilmarie Cintrón-Olivieri. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="341" src="https://www.youtube.com/embed/EPql05cXQlQ" width="410" youtube-src-id="EPql05cXQlQ"></iframe></div><br /><p><br /></p>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-62295315626203691982022-04-17T12:35:00.001-04:002022-04-17T12:35:55.513-04:00Aunque parezca una locura<p><i></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFNhL_B4LOUfem-drH0RX9ZOMR-bIf6ayzfhE4jQ6mkrzrsTtHUOD38LP8AjxvjsPr16hJZnrBiEjNxwn8NcIIM0t8ObqjjsfSMvqDCPvKOHQ-ko2eiGp9JY9NuiQTp3n1n-mMlzmZNVxs8cF6fXiWdUU54eh3dL4KR9fKYkSad0nOvfA1iqHNgx8DwA/s900/women_to_tomb.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="506" data-original-width="900" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFNhL_B4LOUfem-drH0RX9ZOMR-bIf6ayzfhE4jQ6mkrzrsTtHUOD38LP8AjxvjsPr16hJZnrBiEjNxwn8NcIIM0t8ObqjjsfSMvqDCPvKOHQ-ko2eiGp9JY9NuiQTp3n1n-mMlzmZNVxs8cF6fXiWdUU54eh3dL4KR9fKYkSad0nOvfA1iqHNgx8DwA/s320/women_to_tomb.jpg" width="320" /></a></i></div><i>Las que contaron esto a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María la madre de Jacobo, y las otras mujeres. El relato de las mujeres les pareció a los apóstoles una locura, así que no les creyeron; pero Pedro se fue corriendo al sepulcro y, cuando miró hacia dentro y vio los lienzos allí dejados, volvió a su casa pasmado de lo que había sucedido.</i> (Lucas 24.10-12 RVC)<p></p><p> Hoy conmemoramos la resurrección de Jesucristo de Nazaret –un evento que nada tiene que ver con conejos ni huevos de colores. Tiene que ver con que los poderes que oprimen y cautivan física, emocional y espiritualmente al ser humano no tienen la última palabra. La última palabra pertenece al Dios de compasión y justicia que reivindica al crucificado y, junto con él, levanta a las y los crucificados de la humanidad.</p><p> Mi reflexión en esta Semana Santa gira en torno a las narraciones del Evangelio Según Lucas. Este evangelio se distingue por el cuidado que presta a un componente que suele ser pasado por alto en los demás: el prominente papel de las mujeres en la vida y ministerio de Jesús. Al momento del arresto y ejecución, los discípulos de Jesús desaparecen del escenario. El último que es mencionado es Pedro, y su acción en la trama consiste en negar haberlo conocido. Pero las mujeres venían acompañando a Jesús desde Galilea hasta Jerusalén, estuvieron presentes durante su cruel ejecución, y se propusieron dar un cuidado digno a su cuerpo sin vida...</p><p> Los relatos del Evangelio Según Lucas acentúan lo que también podemos constatar en los otros evangelios: sin las mujeres no hay anuncio de la tumba vacía. No solo son las primeras testigos, sino también las primeras proclamadoras de la noticia que transformó el curso del movimiento de Jesús: lo que parecía el final de todo, era más bien un nuevo y más poderoso comienzo.</p><p> No obstante, el texto de Lucas viene acompañado de una muy triste observación: <i>“El relato de las mujeres les pareció a los apóstoles una locura, así que no les creyeron”</i> (24.11). Tuvo que un hombre –en este caso, Pedro, el mismo que juró no conocer a Jesús– salir a constatar la veracidad del acontecimiento. A través de los siglos y las culturas observamos la historia repetirse: las mujeres son desplazadas a un plano de insignificancia ante la hegemonía masculina. Muchos siglos han pasado antes de que la cristiandad reconozca el papel fundamental de las mujeres en el discipulado cristiano y, aún en pleno Siglo 21, muchas comunidades cristianas continúan negándoles el acceso a las estructuras decisionales y los roles de liderazgo. Un día como hoy la mayoría de los púlpitos en catedrales, templos y capillas son ocupados por hombres que creen, enseñan y practican el patriarcado (y hasta el machismo) como norma social.</p><p> En algunas comunidades cristianas se han logrado grandes avances hacia la justicia y la equidad, pero aún falta mucho por recorrer. La buena noticia –el Evangelio– es para todas las personas por igual, sin discrimen ni exclusión por causa de género, identidad, procedencia o cualquier otra condición humana. Jesús de Nazaret abrió las puertas del reinado de Dios a todas las personas que eran excluidas y relegadas a los márgenes de la sociedad. Su mensaje no fue del agrado de los poderes religiosos, económicos y políticos de su tiempo. Si reclamamos ser discípulxs de Jesús, nos corresponde aceptar, adoptar y practicar su ejemplo en todo tiempo y todo lugar... aunque parezca una locura.</p><p> <b>Soli Deo Gloria.</b></p><p><br /></p><div style="text-align: left;">Rev. José Manuel Capella-Pratts, M.Div<br />Miami, Florida</div><div><br /></div>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8293245157708213119.post-86778496483961861862022-04-03T19:43:00.000-04:002022-04-03T19:43:45.158-04:00Arrojando piedras<p><i></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyKjck5BkyxUMMzdGJoVdHGGxqRjz7Atf1lVLSwNHcDFWpB0OYiU37STPrK92ySlbg-ZmtCDhua9oFyvNJC-WvDBQ8QrUc7SEbzgMRtOt3tKfWP64SDEYh1mNDTrj6nuIfvw9zv6dUuoTmYeca3M0dZh35SpRuEFhO8CcDnkP7loT7JSgFvPlUwsLwig/s637/arrojando_piedras.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="548" data-original-width="637" height="275" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyKjck5BkyxUMMzdGJoVdHGGxqRjz7Atf1lVLSwNHcDFWpB0OYiU37STPrK92ySlbg-ZmtCDhua9oFyvNJC-WvDBQ8QrUc7SEbzgMRtOt3tKfWP64SDEYh1mNDTrj6nuIfvw9zv6dUuoTmYeca3M0dZh35SpRuEFhO8CcDnkP7loT7JSgFvPlUwsLwig/s320/arrojando_piedras.jpg" width="320" /></a></i></div><i><br />«En ese momento llegaron de Antioquía y de Iconio unos judíos que persuadieron a la multitud para que apedreara a Pablo; después de eso lo arrastraron y lo llevaron fuera de la ciudad, pues creían que estaba muerto»</i> (Hechos 14.19) [La narración completa se extiende hasta el v. 28, <a href="https://www.biblegateway.com/passage/?search=hechos+14.19-28&version=RVC&interface=print" target="_blank">pulse aquí</a>]<p></p><p>Este es apenas un ejemplo de los extremos a los que el ser humano llega para silenciar a quien es y piensa diferente. En la narración previa se informa que el apóstol Pablo y sus asociados habían estado haciendo el bien y anunciando la buena noticia (el evangelio) a las personas en la ciudad de Listra. En medio de esa circunstancia es que se da la intervención de aquellos cobardes que lejos de aceptar la coexistencia de ideas religiosas a las suyas, provocaron la multitud para silenciar <b>permanentemente</b> a Pablo, matándolo a pedradas.</p><p>Ante un acto como ese, habrá quienes levanten su dedo acusador <b>contra todos los judíos</b> por lo que algunos extremistas fanáticos hicieron. Habrá otras personas que dirán que eso es un asunto propio de las culturas del mundo mediterráneo del Siglo Primero, pero que es algo que no ocurre en nuestro contexto cultural y religioso. A los primeros les debo recordar que no es apropiado juzgar a todas las personas de un credo, raza o nacionalidad por los exabruptos de unos pocos. Los fanáticos extremistas han existido y siguen manifestándose en diversas religiones y culturas. Son personas inescrupulosas que evidentemente no entienden lo que es la sana convivencia humana en la diversidad y la pluralidad. A los segundos les debo responder que en el contexto particular de la cristiandad occidental no andamos con piedras en las manos para ejecutar a quienes profesen una fe diferente, sin embargo, con frecuencia observamos en los diversos medios pedradas verbales y emocionales que laceran, lastiman y destruyen a la otra persona. El mismo pasaje bíblico nos muestra una pincelada de lo que debiese ser nuestra actitud como discípulas y discípulos de Jesucristo: aquellos fanáticos intentaron matar a Pablo, <i>«pero los discípulos lo protegieron»</i> (v. 20). Quienes afirmamos seguir el camino del Señor no debiésemos andar arrojando piedras (ni físicas, ni verbales) contra otras personas, más bien debiéramos ser quienes brinden protección de las pedradas religiosas que abundan en nuestros tiempos.</p><p>Seamos gente conocida por el evangelio de la gracia de Dios y no por pedradas lanzadas en contra de las demás. Seamos conocidos por la compasión en lugar del juicio y la acusación. Seamos conocidas por la prudencia y el amor en lugar del fanatismo intolerante. Mantengamos nuestras manos llenas de gracia en lugar de mantenerlas llenas de piedras. El señor Jesucristo no se llevaba muy bien con las piedras... De hecho, cuenta una narración bíblica que su respuesta hacia los religiosos ávidos por apedrear fue la siguiente: <i>«Aquel de ustedes que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra»</i> (Juan 8.7). Si nos atrevemos a vivir con humildad y franqueza, nuestras manos tendrán que abrirse para dejar las piedras en el suelo. </p><p><b>Soli Deo Gloria.</b></p><p>2012.09.12</p>José Manuel Capella-Prattshttp://www.blogger.com/profile/06302664185430317822noreply@blogger.com0